CRÍTICO DE ARTE JESÚS MAZARIEGOS

martes, 1 de noviembre de 2011

Rafael Baixeras. EL PRIMER BAIXERAS

CRÍTICA DE ARTE El primer Baixeras Rafael Baixeras. Dibujos con acuarela. Figurines para teatro. Sala de exposiciones del Teatro Juan Bravo. Segovia. Hasta el 4 de junio. JESÚS MAZARIEGOS Rafael Baixeras, el pintor total que todos conocemos, tuvo sus comienzos pictóricos en las clases fuera de horario que impartía Emiliano Alvarado a un grupo de discípulos entre los que Rafael era el más pequeño y el que más destacaba. En aquellos primeros pasos de la adolescencia ya se dejaba ver el pintor radical que llevaba dentro. Es en 1968, a punto de matricularse en Bellas Artes, en aquel año emblemático para todo revolucionario cuando Baixeras realiza estos figurines que ahora se exponen en el teatro Juan Bravo. Una buena parte de esta colección de deliciosos dibujos y fue expuesta en el Teatro de Madrid, en 1999. Cuando el 25 de noviembre de ese mismo año se cumplió el décimo aniversario de su muerte, su pueblo natal, La Puebla del Caramiñal, puso su nombre a un parque donde se erigió una estela de granito rosa y aquel mismo día se decidió hacer una exposición de figurines de Baixeras, aprovechando su relación con la obra ‘Los cuernos de don friolera’ de Valle Inclán, nacido, como Baixeras, en la Ría de Arosa. Dicha exposición tuvo lugar en el Museo Valle Inclán de la localidad entre el 21 de octubre y el 19 de noviem-bre del año 2000. Teniendo en cuenta que cuando Baixeras realiza estos dibujos, aún no se ha formado en el dibujo académico, del que los ejemplares más numerosos pertenecen a 1971, es admirable la maestría y la frescura de estos figurines. También podría pensarse que esa frescura se debe precisamente a la libertad preacadémica, libertad que Baixeras no perdió nunca, como puede deducirse de la presencia de su sello personal ácido y expresionista en toda su producción, incluso en los ejercicios académicos. Pero Baixeras tenía otro tipo de vinculación con el teatro y era su vocación de actor. Gozaba con disfrazarse, no sólo en los Carnavales, sino para intervenir en actuaciones de La Casa de los Picos. Por otra parte, él tenía algo de actor. Del mismo modo que, según Antonio Madrigal, pintaba como vivía, también interpretaba su propia vida con sus movimientos de brazos, con la mirada incisiva de sus ojos azules, con su elocuente verbo, con su cercana humanidad, con su madera de artista. Baixeras interpretó brillantemente su papel de pintor pero su papel fue más corto de lo que hubiéramos querido, más corto de lo humanamente razonable.

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