CRÍTICO DE ARTE JESÚS MAZARIEGOS

martes, 8 de noviembre de 2011

J. M. Antolín. EL HOMBRE Y EL MITO

CRÍTICA DE ARTE El hombre y el mito J. M. Antolín. Pintura. Museo Zuloaga. Segovia. Hasta el 26 de octubre. JESÚS MAZARIEGOS No es frecuente, en la actualidad, encontrarse con pintores capaces de crear una iconografía configurada cuadro a cuadro, una mitología propia en torno as una idea central capaz de desarrollarse plásticamente. La insistencia sobre la misma idea no añade claridad al discurso sino que, cada nuevo episodio tiende a incrementar el carácter críptico de una historia oscura desde el principio, pero nos permite saber que seguimos dentro del mismo relato. Si sólo fuera éste el interés de la pintura de Antolín, estaríamos ante un creador literario de oscuros mitos, pero no ante un pintor. Antolín modela a los héroes de su historia a partir de su propia manera de pintar, pues sus personajes, como los de Francis Bacon, sufren tales deformidades, arrastran tales anomalías anatómicas que, en conjunto, parecen los representantes de una extraña humanidad, tal vez anterior a ésta, tal vez posterior, mutación superviviente de una hecatombe nuclear, tal vez desplazada a otro planeta cuyas condiciones físicas han ido deformando sus tejidos. Fundamentalmente, la pintura de Antolín, siempre figurativa y en torno a la figura humana, se caracteriza por un expresionismo que va desde el mantenimiento de las proporciones, diluyendo las formas tras un cierto abocetamiento, hasta la pérdida del canon y de los atributos antropomórficos habituales, como consecuencia del uso que hace de su libre factura y del color. El resultado es una figuración poderosa, con una gran capacidad de comunicación. Todas estas características son las propias del expresionismo. A ellas habría que añadirles el particular carácter de sus personajes y de sus historias, difícilmente discernibles a partir de las escenas representadas y oscuramente apuntadas por los títulos. Son historias que giran en torno a la búsqueda de la sabiduría (‘El maestro y el discípulo’) o en torno a un tema central y recurrente, ‘La coronación eterna’, argumento que encierra la clave interpretativa de toda la exposición. Aunque Antolín vive en Estados Unidos, su pintura es más bien alemana, con conexiones con los Jóvenes Salvajes y un trasfondo existencialista y autorreflexivo, introspectivo. Antolín pinta el ser. Antolín es un filósofo que busca las respuestas por medio de la pintura. No es tan estúpido como para buscar la verdad y busca al hombre, lo mismo que Diógenes con el farol. Busca y no encuentra. Busca en la noche de los tiempos y en los arcanos de la memoria y descubre los recuerdos bárbaros de la humanidad, cuando los palos y las piedras no tenían nombre, y comprueba que seguimos en la prehistoria.

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