CRÍTICO DE ARTE JESÚS MAZARIEGOS

jueves, 3 de noviembre de 2011

La Uña Rota. PRESENTACIÓN DE LA CAJA OBJETUAL

PRESENTACIÓN DE LA CAJA OBJETUAL EN EL PRIMER ANIVERSARIO DE LA EDITORIAL SEGOVIANA LA UÑA ROTA Yo, en realidad, venía a disculparme porque no he tenido tiempo para preparar esta presentación. Menos mal que, al comienzo de la Calle Real (yo creía que era para firmar contra la droga), estaban repartiendo (tal vez a ustedes también se lo hayan dado) un avance del primer número, de salida inminente, de la respuesta alternativa a LA UÑA ROTA. Por lo visto se trata de una manifesta¬ción más de la guerra mediática y de la sana y libre competencia que refresca el mercado editorial. Parece una propuesta mucho más fina, más tecnológica, más moderna y elegante que lo que aquí se presenta (no hay más que verles a ustedes, sentados en el suelo...), que parte de la nueva y flamante editorial LA UÑA ESCULPIDA. En fin, aprovechan¬do tan providencial encuentro, voy a leer algo de ese primer número, encuadernado en símil piel, (no sé dónde he dejado las tapas) que precisamente está dedicado a criticar la opción de LA UÑA ROTA. Creo que, a falta de otra cosa, alguna luz obtendremos sobre qué es lo que aquí se presenta. El prefacio de este primer número de EDICIONES LA UÑA ESCULPIDA anuncia que dedica su primer artículo a justificar la ocupación del espacio natural que les corresponde en el ámbito cultural de esta ciudad, haciendo una crítica constructiva y lo menos demoledora posible de la trayectoria ya demasiado larga de quienes tienen la osadía de presentar su nueva oferta en una galería de arte, introduciendo un nuevo elemento de confusión en sus ya de por sí indefinidos productos. ¿Son libros? ¿Son dibujos lo que quieren presentar? Si son libros, preséntense en una librería o club literario. Las galerías de arte están para cosas menos serias. Si son dibujos o grabados, cuélguense de la pared y basta. Pero... ¿con qué nueva elucubración nos amenazan los chicos de LA UÑA ROTA? Hasta aquí la introducción. El artículo en cuestión se titula: “LA ALTERNATIVA DE LA ALTERNATIVA: AQUÍ ESTAMOS LOS DE SIEMPRE”. Un año hace todavía que la editorial LA UÑA ROTA, que se hace llamar independiente, alternativa y marginal, inició su andadura en nuestra ciudad. Y ahora se le ocurre celebrarlo con la presentación de una extraña caja en la que lo mismo se pueden encontrar los libros ya publicados, que un conjunto de obra plástica. Poco serio. Estos chicos, desde el comienzo de su andadura, ya empezaron atentando contra las buenas costumbres y el orden establecido, publicando opúsculos de vario y difuso contenido, hasta que, osados, se lanzaron a la publicación de unos libritos que ellos mismos llaman "inútiles" y que se atreven a vender al precio de veinte duros. Cien pesetas no son mucho, pero ¿acaso se justifica su gasto en algo, no digo ya inútil, sino muy probablemente pernicioso y disolven¬te? Además ¿qué brillante futuro empresarial puede esperar a un grupo que, en la época de neoliberalismo, empieza engañando con tan tímida cantidad? Empresa¬rial¬mente hablando, no parece que puedan llegar a obtener subvenciones oficiales como las que ya disfruta, por ejemplo, LA UÑA ESCULPIDA, gracias a su más clara y ambiciosa definición comercial. Pero vayamos a los contenidos. El primer librito que publicaron y que ahora relanzan, obra de un tal Fito Merchante, que además era argentino, en vez de ofrecer buenos sonetos correctamente construidos con sus endecasílabos ritmados y rimados, presenta anárquicas agrupaciones de versos ora horizontales ora verticales, sin respetar márgenes ni sangrías, con las letras desparramándose por la página, cosa a la que ellos llaman poesía visual. La temática, no es curiosa ni entretenida como la de Zorrilla o Campoamor; donde esté El Tren Expreso... Es una temática complicada que habla de desgarro, de la fiebre del amor y del dolor de la existencia, cuando sin duda hubiera sido mucho más procedente un poema a la pampa o al gaucho matrero, ya que este señor era argentino. Qué decir del libro de Jesús Moncada, irónicamente titulado Escritos Higiénicos, cuando es verdad que la pulcra educación del que escribe estas líneas, le impide hacer una clara referencia al ámbito coprógeno de su temática sin experimentar un púdico rubor. A mi hijo tuve que quitárselo de las manos porque lo estaba leyendo con verdadera avidez. Menos mal que se puso a ver una tertulia televisiva de esas tan entretenidas y formativas. Del tercer librito, obra de un fotógrafo llamado Arcadio, cabe decir que más le valiera haber hecho honor a su nombre retratando ambientes rústicos y bucólicos, y no, por ejemplo, un señor tocándose la nariz en sabe Dios qué infecto barrio de París. Pero ¿qué necesidad hay de irse al extranjero? Mejor no hablar de los escritos que acompañan a las fotos, cuyo autor, José Antonio Gómez Municio, no conforme con recrearse en el pernicioso ambiente parisino, se permite citar a Rimbaud, extranjero, por supuesto, y en francés. Tal vez estos chicos no sean totalmente culpables, sino víctimas de la corrosiva influencia de algunos profesores que los lanzaron a las lecturas peligrosas y a la malsana curiosidad por lo desconocido. El que escribe sabe de buena tinta que todo este grupo tiene algún parentesco con aquellos franceses que fumaban opio, que bebían absenta, que tenían amantes mulatas, que olían el almizcle y de los que el tal Rimbaud es su digno príncipe. En el librito de Mario Pedrazuela y Carlos Matarranz se mezclan en sórdido contubernio los monstruos que afloran de una mente atormentada con la más sensual, sudorosa, jadeante, ah,... de las relaciones amorosas hechas poesía. Un espanto. Cosas semejantes, una verdadera cochinada, aparecen en el cuento desplegable de Ángeles Giménez y Pablo Prestifilippo, donde además se deja entrever un cierto rechazo a ciertas distracciones de interés general como el fútbol y a cosas tan sagradas como la televisión o la familia. Menos mal que se libran el municipio y el sindicato. Junto al receptáculo de los libros hay un elemento cargado de connotacio¬nes inconfesables: un papel higiénico enrollado en un lápiz; y lo peor es que dicho papel acoge otro poema que, como el lector ya podrá imaginar, dado el soporte, es obra de Jesús Moncada. El resto de los elementos nuevos se muestran en una bolsita transparente cerrada por una etiqueta con el logotipo de LA UÑA ROTA: "un boxeador", un logotipo a nuestro juicio discutible por su diseño pasado de moda y por la ideología peligrosamente violenta que transmite, con lo bien que se puede herir y matar con la palabra o con la firma, guardando las buenas maneras. Ante todo las buenas maneras. En el interior de la bolsa no faltan las sorpresas... no diré agradables, pero sí, al menos, sorprendentes. Hay desde un minúsculo librito hasta poemas únicos, pasando por un grabado en papel de gruesas texturas, fotografías, etc. No puedo dejar de expresar las justas objeciones a esta heterogénea amalgama. Las fotografías en blanco y negro, borrosas por los bordes, como si de una aparición se tratara, con paisajes desolados, no admiten comparación con las flamantes fotos en color de la playa de Benidorm que ofrecemos en este primer número de LA UÑA ESCULPIDA. Lo mismo cabe decir de los poemas; no están mal, pero los de nuestra revista son mucho más entretenidos: como que son de Alfonso Ussía, que tiene más renombre y es de muy buena familia. Respecto a la obra de Municio, ¿para qué quiere la gente una pieza única que es un fragmento de la totalidad repartida en el resto de las carpetas? ¿Es que los compradores van a quedar un día para juntar sus fragmentos a modo de puzle? No lo entiendo. Ellos a esto lo llaman arte conceptual. Donde esté un buen paisaje con sus ciervos y sus riachuelos... El continente globalizador, la caja-carpeta, idea de Daniel Sesma, con un núcleo de cartón tan ordinario como una obra de Tàpies, está forrada de un papel ciertamente marmóreo, con dibujos en oro y plata, obra de Mariano Carabias, todos distintos, en los cuales, dada la formación académica del que escribe, lo que más luce es el oro. La caja se cierra con unas cintas como los expedientes de mi tío el notario. Pero ¡qué decir del envoltorio! Hubiera sido preferible un papel de regalo de vistosos colores, con una etiqueta de esas de "espero que te guste" tan ocurrentes y originales, y no la ordinariez del cordelito y el plomo, como si fuera a mandarse por correo. Pero quizás lo más osado de estos chicos tan raritos es lo de presentar la dichosa caja-cosa-carpeta-libros-dibujos en una galería de arte. Claro que la tal galería no es otra que la llamada Casa del Siglo XV, que desde que la fundaron no ha hecho más que exponer cosas extravagantes. Siempre que surge algún artista de estos que llaman o que llamaban de vanguardia, allí están los hombres del siglo XV dándoles pábulo, fomentando todo lo que huela a disolvente. En fin, estos chicos de LA UÑA no sé qué objetivo tienen en la vida. En lugar de estudiar para labrarse un buen porvenir y emborracharse los fines de semana, en vez de relacionarse con los demás chicos en los locales de máquinas recreativas, se dedican a estas cosas plástico-literarias, carentes de claros objetivos económicos. No sé si no acabarán también en Quitapesares. Para la tranquilidad de toda persona bienpensante, creemos que la tirada de este primer número de LA UÑA ESCULPIDA ha conseguido adelantarse a la presentación de su inútil cajita. No cabe esperar gran cosa de dicha presentación, pues sabemos que la persona encargada de hacerla, un tal Mazariegos, no dispone de mucho tiempo para prepararla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario