CRÍTICO DE ARTE JESÚS MAZARIEGOS

jueves, 3 de noviembre de 2011

Carmen Sáez Díaz. LA FLAUTA MÁGICA

CRÍTICA DE ARTE La flauta mágica Carmen Sáez Díaz. Dibujos (originales para ilustraciones). Librería Diagonal. Segovia. Hasta el 30 de junio. JESÚS MAZARIEGOS Del mismo modo que la literatura infantil ha de ser muy diferente dependiendo de la franja de edad de sus lectores, el estilo de las ilustraciones, sin desdecir con el argumento, debe calar en los ilusionados ojos de quien mira las imágenes. Y, como esos ojos, por regla general, no han visto demasiado, las ilustraciones no tienen por qué responder a ningún modelo preconcebido, más bien servirán para crear un nuevo modelo en el aún escaso acerbo imaginario del niño. Cuántas veces el niño lector o la niña lectora se conviertan en contempladores, se independizan del texto literario del cuento para volar por su cuenta a partir de las ilustraciones y de la efervescencia que éstas provocan en su imaginación soñadora. Recuerdo con todo detalle los lóbregos grabados de mi libro de lectura a la edad de siete años, verdaderos epígonos románticos cuyos pies decían: ‘Desfiladero’, ‘Galerna’, ‘Fuegos de San Telmo’. Es posible que el respeto y la admiración que me producían aquellas ventanas a otros mundos tenga que ver con mis preferencias por la tierra adentro y por lo urbano. La librería Diagonal, especializada en literatura infantil, sabe muy bien que los libros para niños casi siempre requieren imágenes y, del mismo modo que organiza tertulias con los escritores para poder entender mejor ‘la letra’, hace exposiciones con las obras de los ilustradores para que no nos olvidemos de la importancia que el componente plástico y visual tiene para el libro infantil. La actual exposición la forman dibujos de Carmen Sáez, artista asturiana que ha ilustrado más de 80 libros y ha recibido numerosos e importantes premios. En esta ocasión sus dibujos, sin otro recurso que la línea negra sobre el papel blanco y una buena dosis de fantasía, muestran una gran seguridad en el trazo y una clara tendencia al ‘horror vacui’ muy propia del grabado, aunque siempre deja alguna zona de respiro. Esta serie de dibujos a tinta china, ejecutados a plumilla y pincel, ilustran la última ópera que escribiera Mozart, convertida en cuento, a partir del libreto de Emmanuel Schikaneder. La tupida trama de estos dibujos les aporta un aire misterioso que va muy bien con la interpretación masónica que se ha hecho de la ópera de Mozart, un camino de iniciación para Tamino, que culmina cuando Sarastro arroja a la Reina de la Noche, la luz triunfa sobre la oscuridad, y la Belleza y la Sabiduría son coronadas para siempre. Una obra rescatada de la alta cultura para hacerla accesible al público menudo sin perder un ápice de su rigor ni de su mensaje y utilizando el soporte de unas buenas imágenes.

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