CRÍTICO DE ARTE JESÚS MAZARIEGOS

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Antinio de Torre, Anonio Tanarro y Rosa Blanco

Crítica de Arte Elogio de la apariencia Un año en imágenes. Fotografías del año 2005 en El Norte de Castilla. Antonio de Torre, Antonio Tanarro y Rosa Blanco. La Alhóndiga. Hasta el 22 de Octubre. Jesús Mazariegos La apariencia, la ficción, es decir, el arte, la literatura, el cine, la fotografía, no dejan de ser una defensa contra la dura realidad que nos rodea. No cabe duda de que, con frecuencia, se confunden apariencia y realidad. Muchas personas creen que lo que ocurre en el mundo es lo que sale en los periódicos y, sobre todo, lo que se ve en televisión. El que escribe sus memorias piensa que son el espejo de su vida y llega a creerse que ha escrito todo lo que recordaba. Los fotógrafos de El Norte de Castilla saben que sus fotos no son sino apariencia, que sólo registran determinados instantes de una realidad de la que no pudieron ver todas sus infinitas caras. No obstante, las fotografías de prensa de Antonio de Torre, Antonio Tanarro y Rosa Blanco, están acreditadas como fragmentos de la realidad. Dejémoslo en instantes de la realidad. Sin embargo, cada vez más, la propia realidad es ficticia. Lo que nos rodea no es sino El Gran Teatro del Mundo, de modo que, siguiendo con Calderón (y con Aute) toda la vida es foto, y los sueños, fotos son. No pocas de las fotografías que pueden verse en la Alhóndiga hasta el día 22 de octubre, son ficción de la ficción, retratan la representación, el teatro, el mitin, el disfraz, la maqueta, la actuación, el simulacro, el rodaje, el propio acto de retratar. Como contraste, una foto como la de Rosa Blanco, que presenta al Alcalde a punto de besar a (¿debería decir besarse con?) una alumna del I.E.S. La Albuera, aparenta lo que es y sugiere lo que no es, pero preferimos quedarnos con la falsa apariencia, que es lo que más nos gusta. Esta foto, que no pretende sino reflejar lo oficial, lo protocolario, acaba creando una bella apariencia de realidad, una ficción más de lo ficticio pero con una carga humana de tensión positiva, de sensualidad y de proximidad que hace que toda la ficción sabida y consentida, la hagamos realidad por un momento, como el que se mete en una novela o llora en una película, a sabiendas de que todo es mentira. Apariencia y disfraz es la imagen del niño con un casco militar, mirando por el visor de un lanzacohetes. En esta foto de Antonio Tanarro, ese niño debe tener una idea épica de las armas y de la guerra, pero, detrás de la ficción épica y de la apariencia de juego, lo que el niño empuña son los mandos de un arma cuya finalidad es matar seres humanos. Quedémonos con la apariencia, como en a foto de Antonio de Torre en la que un niño flota en el aire, no se sabe muy bien si subiendo, bajando o levitando, en una postura de Ascensión o de Asunción de finales del Barroco, por lo menos de Claudio Coello o de Tiépolo, ante la mirada incrédula de su madre y ante la ausente indiferencia de su padre. Y es que, ya se sabe, los padres nunca se enteran de nada.

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