CRÍTICO DE ARTE JESÚS MAZARIEGOS

lunes, 7 de noviembre de 2011

Carlos Sanz Aldea. UN MUNDO TRANSPARENTE

CRÍTICA DE ARTE Un mundo transparente El árbol del deseo. Carlos Sanz Aldea. Diversos medios expresivos. Museo Zuloaga. Segovia. Hasta el 25 de Diciembre JESÚS MAZARIEGOS La exposición itinerante de Carlos Sanz (Soria, 1960), que ahora recala en las naves de San Juan de los Caballeros, muestra la obra de un hombre con apariencia de normal que se revela como un artista total. Sabido es que el concepto de normalidad no es más que una falacia que promedia las anomalías positivas o negativas de las que cada uno está hecho. En el caso de Carlos Sanz, sus pequeñas anomalías positivas lo convierten en un artista todo-terreno, en un creador polivalente cuya obra gira en torno a una obsesión única nada reductora: la vida. Carlos Sanz entiende el arte como experiencia vital, y la vida no como camino de perfección sino como vía de conocimiento a través de la experiencia. Esa idea de viaje iniciático que parte de los recuerdos infantiles, muy bien expresada en su película titulada ‘Nadir’ que, en formato DVD acompaña al catálogo, se refleja en la abundancia de artefactos aptos para el desplazamiento, como ese coche de latas de Fhoscao presentado en imagen y en realidad, imagen viajera y exvoto pagano, fetiche tangible sacado de la cocina de la infancia. “Nunca supe por qué mi madre nos daba Fhoscao en lugar de Colacao”, confiesa Carlos. El espectador tampoco sabe si, en este viaje de órbitas espirales, la infancia representa el punto de partida o el de llegada. Carlos Sanz valora los fetiches domésticos porque los ha dejado muy atrás, percibe el orden euclidiano del mundo real pero su ojo visionario lo acota y modifica dibujando sobre el aire. Al observar su obra, a una primera sensación de estar ante algo desenfadado, le sucede una fuerte impresión de rigor que el artista se encarga de que no parezca excesiva, pues su actitud oscila entre la de un libertino y la de un trabajador serio y riguroso; cazador furtivo, viajero clandestino, gran encantador personas y animales, conocedor y catador de los secretos del arte y de los placeres de la vida. El poso de su experiencia vital, viajera o no, se materializa y hace visible a través de múltiples lenguajes y medios expresivos: pintura, escultura, colage, montaje fotográfico, vídeo e instalación. Sin embargo, son sus cuadros más parecidos a lo convencional los que, de algún modo, integran toda su experiencia artística a partir de límpidos paisajes con sus lugares de referencia, por los que se suceden las instalaciones y discurren sus fetiches, juguetes para mayores que han contribuido a conservar su niño interior y, sobre todo, esas arquitecturas, unas veces en fotografía, otras en colage, con sus aristas remarcadas y sus líneas de fondo prolongadas, arquitecturas aéreas y transparentes, colmadas de cúpulas y de pórticos, con algo de ciudad ideal, de proyecto imposible, de inalcanzable Utopía. Una exposición para ver más allá de lo visible, para viajar sin moverse del sitio, para jugar transformar el mundo exterior e interior.

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