CRÍTICO DE ARTE JESÚS MAZARIEGOS

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Angèle Etoumdi. LA MUJER AFRICANA MUULMANA

CRÍTICA DE ARTE La mujer africana musulmana Desvelos. Fotografía. Angèle Etoundi Essamba. La Alhóndiga, Segovia. Hasta el 8 de febrero. JESÚS MAZARIEGOS Viendo la exposición de Angèle Etoundi Essamba (Douala, Camerún, 1962) en las salas de La Alhóndiga, inmediatamente se da uno cuenta de que todos los personajes retratados son mujeres de raza negra. Pronto se percibe que son mujeres veladas, con velo, pertenecientes a países que, como Camerún, están islamizados, no tanto culturalmente, como religiosa y socialmente. En este contexto, ante una exposición de fotografías de mujeres hechas por una mu-jer, y llamándose la exposición "Desvelos", parece lógico esperar un cuestionamiento del lugar en el que el Islam pone a la mujer en sus roles cotidianos y en su relación con los hom-bres, uno de cuyos símbolos visibles para el occidental es el uso del velo. Sin embargo, en este caso, parece que, para la mujer africana y musulmana, los desvelos sólo existen en su sentido literal. Está claro que Angèle Etoundi Essamba, que a los 10 años salió de su Camerún natal para estudiar el Bachillerato en París y después estudiar en la Escuela Holandesa de Fotogra-fía Profesional de Ámsterdam, ha centrado su interés en la forma, es decir, en la calidad de las fotografías, en la composición, las luces, los colores, la belleza plástica de los motivos y la perfecta ejecución. Pero, tras las formas, siempre hay un fondo, un significado, en mensa-je, incluso una postura ante la realidad. Esta postura, que en las fotografías parece ambigua o, en todo caso no parece de denuncia, a juzgar por la complacencia con la que se presentan las mujeres veladas, encuentra respuesta en un poema escrito en la pared de la sala de la derecha, donde se desvela la ambigüedad y se hace un verdadero canto entendido como apoteosis del velo. Debo confesar que, desde mi punto de vista, no puedo entender que se defienda algo que es una clara imposición masculina frente a la que la mujer no tiene opción de elegir, por mucho que embellezca, dé personalidad y vuele con el viento. Dicho esto, me descubro ante la indiscutible belleza de las fotografías de Angèle, tanto las naturales como los montajes, una belleza que consagra, con razón, los broncíneos rostros, los expresivos ojos, las sensua-les bocas y los gráciles cuerpos de las mujeres africanas.

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