CRÍTICO DE ARTE JESÚS MAZARIEGOS

domingo, 6 de noviembre de 2011

Rubén Martín de Lucas. CAMPOS DE CASTILLA

CRÍTICA DE ARTE Campos de Castilla ‘Campos de Castilla’. Rubén Martín de Lucas. Pintura. Galería Montón de trigo, montón de paja. Segovia. Hasta el 19 de mayo. JESÚS MAZARIEGOS El paisaje natural evoluciona. Además de los cambios cíclicos de las estaciones, el paisaje natural se va humanizando progresivamente y va sumando nuevas huellas de la presencia humana a las ya existentes. En el paisaje considerado como género pictórico, ocurre con frecuencia que ciertas construcciones, ciertas vías, ciertos medios de transporte y de trabajo y determinadas faenas agrícolas, han venido pareciendo dignas de aparecer en un cuadro. Es el caso de los antiguos castillos, los caminos tortuosos, las caballerías y labores como la siega o la trilla. Se excluyen sin embargo las urbanizaciones y las naves industriales, las carreteras y autopistas con su señalización, los molinos de energía eólica, los postes de telefonía y las máquinas modernas. Se han ido creando así unos estereotipos según los cuales, si se pinta un pueblo, en lugar de un coche tiene que haber un burro, en lugar de un camión, un carro; las mujeres tienen que ir con manteo y los niños descalzos. Contra esta tradición de falso paisaje se está abriendo paso una alternativa más moderna y más auténtica que no aparta la vista de las tolvas de piensos compuestos ni de las cosechadoras. Rubén Martín de Lucas cultiva con acierto este tratamiento del género y lo hace con una gran originalidad, no sólo en lo relativo a los objetos de interés sino a los formatos y a la manera de componer. Unas veces el formato es pronunciadamente apaisado, con un vehículo o máquina, dramáticamente iluminado, ocupando en centro. Otras veces pinta sobre un soporte cuadrado y sitúa el horizonte casi junto al borde superior, tal como hacía Juan Manuel Díaz Caneja, convirtiéndose el cuadro en una visión ambigua que bien pudiera ser cenital o un inmenso corte del terreno. Ello libera y amplía las posibilidades de tratamiento, permitiendo, por ejemplo la introducción del colage en composiciones que se sitúan entre el paisaje y una abstracción de estructura predominantemente geométrica, donde el cartón acanalado rinde muy bien sus posibilidades. Con el machadiano título de “Campos de Castilla”, Rubén parece invitarnos a mirar también lo que no son ‘grises alcores’ ni ‘cárdenas roquedas’, a mirar los “campos sumisos y yacentes, sometidos bajo las ruedas de John Deere, campos antiguos, cansados, abiertos ‘n’ veces”, en palabras del propio pintor.

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