CRÍTICO DE ARTE JESÚS MAZARIEGOS

lunes, 7 de noviembre de 2011

Eloísa Sanz. ENTRE EL JARDÍN Y LA CIUDAD

Eloísa Sanz ENTRE EL JARDÍN Y LA CIUDAD Museo Zuloaga. Segovia Octubre, 2002 Cuando tuvo lugar la iti¬nerancia de la exposición de Eloísa Sanz (Soria, 1952) por las capitales de Casti¬lla y León, ya hubo ocasión de la¬mentar que Segovia quedase ex¬cluida, a falta de un lugar ade¬cuado. La utilización del magní¬fico espacio del Museo Zuloaga resuelve, de momento, el proble¬ma pero no debe tomarse como solución definitiva. Hay que afrontar seriamente la creación de una sala de exposiciones gran¬de y moderna. La composición de esta mues¬tra ha tenido diversas variacio¬nes en función de la capacidad y condiciones de cada sala. En es¬te caso, el tiempo transcurrido ha permitido añadir lo último de su producción. La pintura de Elo¬ísa Sanz, desde un principio, se distinguió por no respetar los for¬matos rectangulares tradiciona¬les. Esta transgresión nunca fue caprichosa sino que jugaba al 'en¬gañaojos', bien prolongando las figuras más allá del marco, bien creando perspectivas equívocas, investigando siempre sobre el es¬pacio. De este modo, el lienzo de¬jaba de ser un mero soporte so¬bre el que pintar las figuras, pa¬ra convertirse en un nuevo obje¬to con un cierto carácter escul¬tórico. Esa debe ser la razón por la que Eloísa Sanz nunca enmarca sus lienzos y siempre pinta los cantos. En los últimos años su obra se ha llenado de plantas, co¬mo indicando una vuelta a la na¬turaleza y a la propia intimidad, resultando .una obra más des¬mediatizada y personal, más fres¬ca, natural y optimista. Surge asíun mundo de hojas y tallos, raí¬ces, rizomas y algas, a los que se suman grandes protozoos, erizos marinos y un sin fin de híbridos que derivan hacia formas emi¬nentemente pictóricas. A veces los motivos se superponen, como sucede en 'Camino de tilos', don¬de se suceden en profundidad, hojas, tallos, formas semejantes a una lanzadera de telar, deriva¬da del cactus, y bandas de pin¬tura. Este nuevo y viejo elemen¬to, las bandas de pintura, los grandes brochazos, proceden de alusiones a troncos o cauces, co¬mo todavía se recuerda en 'Ci¬preses dormidos', pero, poco a po¬co, se han reducido a bandas de pintura aplicada con absoluta franqueza y sin ninguna función referencial, cobrando un cre¬ciente protagonismo y convir¬tiéndose en los ejes de la estruc¬tura compositiva, como ocurre en 'Aldaba', gran ejercicio de composición y de cromatismo contenido, con motivos vegeta¬les en el lado izquierdo y dejan¬do el derecho bajo el imperio de las amplias superficies de color muy disuelto, que constituyen la parte formal y conceptualmente más simple de la obra de Eloisa, pero también la más pura, la más intensa y la más arriesgada. Las piezas tridimensionales ya conocidas, un biombo, un banco y varias sillas, vienen a ser di¬vertimentos sobre la proyección de las figuras en el espacio y so¬bre la multiplicidad de puntos de vista, todo ello hecho con el ma¬yor desenfado, ya que, en reali¬dad se trata de llevar al espacio una visión cubista que nace del problema de la representación sobre el plano, conservando aquí la existencia de varios momen¬tos y; por consiguiente, una no¬ción diacrónica del proceso de la percepción de la realidad y de la representación. Si he dicho que los cuadros de Eloísa no son meros soportes de la representación, sino objetos susceptibles de ser considerados en su total tridimensionalidad, ello se revela de forma clara y de¬finitiva en la instalación mural 'Espacios y ciudades', formada por una serie de paneles de for¬mas irregulares, con abundan¬cia de ángulos agudos, como el resultado de algo que se ha roto, como si cada fragmento fuera un cascote de una totalidad previa. Tanto los motivos, edificios del Nueva York de principios del si¬glo pasado, como las figuras an¬tropomorfas sombrías, las nubes de polvo y la tonalidad roja ge¬neral, conducen al espectador a pensar en el once de septiembre, aunque la alusión no se haga ex¬plícita en ningún momento. Las piezas ya plenamente tri¬dimensionales desarrollan la te¬mática urbana y su estructura coincide en cuanto que son cu¬bismo tridimensional, con algu¬nos toys de Esteban Vicente, aquellos que carecen de pie y es¬tán formados por planos con dis¬tinto abatimiento.

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