CRÍTICO DE ARTE JESÚS MAZARIEGOS

domingo, 6 de noviembre de 2011

Raúl Bravo. LUZ E INSTANTE

CRÍTICA DE ARTE Luz e instante Raúl Bravo. Luz e instante. Pintura. Galería Montón de Trigo, Montón de Paja. Hasta el 9 de enero. JESÚS MAZARIEGOS En su línea figurativa, Raúl Bravo nos tenía acostumbrados a una pintura más bien expresionis-ta, de corte crítico y un tanto pesimista. En esta ocasión, sin embargo, el pintor a la pintura de paisaje al aire libre. Él no utiliza la pincelada fragmentada de los impresionistas pero participa de su frescura y de su actitud ante la naturaleza. Raúl Bravo se ha bajado al Romeral de San Marcos a captar diferentes efectos de la luz, a retener la apariencia fugaz de las plantas a una hora determinada del día. Ha subido a los hayedos de la Cornisa Cantábrica y ha establecido una relación franca, primitiva y desintelectualizada, con los árboles, con las hojas, con las luces y con las sombras de cada momento; una relación como la que Monet aconsejaba a Lilla Cabot: “Intente olvidarse de los objetos que tenga ante sí, un árbol, una casa, un campo o lo que sea. Piense sólo: he aquí un cuadradito de azul, aquí un rectángulo de rosa, aquí una raya de amarillo”. La pintura al aire libre es, para un pintor, como volver a los orígenes, como recuperar la inocencia perdida. La exposición lleva por título “Luz e instante”. Para los que tenemos la fortuna de ver, sin luz no hay nada, es como si el mundo no existiera. Por eso el primer día creó Dios la Luz. Sin duda sabía por dónde había que empezar. Otra cosa es que, tal como dice el texto bíblico, creara los astros luminosos con posterioridad. Lo que importa es la luz, pero la luz cambia a cada momento, cambia de intensidad, de color y cambian su lugar de origen y su dirección. No es igual la luz blanquecina de la mañana o la de después de una tormenta, que la ambarina luz, cada vez más rojiza, del crepúsculo. Además la luz también toma el color de los objetos en los que se refleja. Si nos liberamos de la historia de los estilos tal y como viene en los libros, tanto la actitud de los impresionistas como la de cualquier pintor actual de paisaje, siguen siendo actitudes románticas, de comunión con la naturaleza, de unión con la tierra y de encuentro con uno mismo. El mundo está lleno de románticos rezagados. Podría seguirse un hilo sutil que pasa por el expresionismo y por el surrealismo, por el simbolismo, por el impresionismo y por el realismo, hasta llegar al ovillo del romanticismo. No está mal que, cuando se tienen pocos años, sea uno romántico, al menos por unos días.

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