CRÍTICO DE ARTE JESÚS MAZARIEGOS

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Frutos Casado de Lucas. DE TU MIRAR DE SOMBRA, QUIERO LLENAR MI VASO

CRÍTICA DE ARTE De tu mirar de sombra quiero llenar mi vaso Frutos Casado de Lucas. Paisaje con Machado. Pintura. La Alhóndiga. Segovia. Hasta el 8 de Mayo JESÚS MAZARIEGOS Para ilustrar una novela o un libro de poemas, haciendo alusión a las escenas, pasajes y paisajes que aparecen en el texto, no hace falta ser un gran pintor. Para hacer lo que ha hecho Frutos Casado con los poemas de Machado y además dejar un conjunto de obras de altísima calidad, hay que ser un artista de los pies a la cabeza. La primera impresión que da la sala grande de la Alhóndiga es homogénea y respira machadianismo en un colorido grave, con predominio de ocres, que podría armonizar con las gamas cromáticas del 98. Escribiré las primeras ideas que me han asaltado ante algunas obras, todas ellas ajenas a la disciplina de la razón y tan subjetivas que podrían no ser compartidas por el lector. O sí. En los grandes paisajes mesetarios las tierras se ondulan como si sufrieran un oleaje de mar gruesa y se respira un aire épico mientras la vista busca el asidero de un horizonte incierto. En contraposición, la única representación del mar, símbolo de muerte, se expresa en una ola que avanza, poderosa, antes de romper, una ola contenida, ahogada, silenciosa y sin espumas. En los cuatro cuadros alusivos a 'Desnuda está la tierra', se perciben sucesivamente sensaciones de creación, de erosión, de cataclismo y de catástrofe. Flota aquí la amenazante sombra del desamor, de la guerra, de la enfermedad y de la muerte. En 'Agua pura y silenciosa que mira cómo te vas', al igual que otros cuadros con representación del agua, los estanques y los ríos en reposo reflejan árboles y montañas pero sin cebarse en los recursos, sin efectismo alguno. Yo diría que las aguas quietas de Frutos reflejan las cosas con la misma discreción con que la lámina de acero bruñido refleja el rostro de la 'Venus del espejo'. 'Soria fronteriza entre la Tierra y la Luna', parece haberse contagiado del paisaje del astro loco para mostrar un campo soriano con una luz límpida y cortante, como sin atmósfera, ciertamente lunar. Aun hay obras más visionarias como la que ilustra los versos a 'Y en un fanal de lluvia y sol el campo envuelto', cuadro tormentoso, crepuscular, casi nocturno, tanto que se me hace goyesco y me recuerda la romería puesta en fuga por el Coloso del miedo. Frutos Casado es un gran renovador de la acuarela, y así está siendo reconocido e invitado como maestro del género, a centros acuarelistas tan importantes como Gijón, Valencia, Bilbao o Priego de Córdoba.

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