CRÍTICO DE ARTE JESÚS MAZARIEGOS

jueves, 3 de noviembre de 2011

Fuencisla Carretero y Antonio Calvo. UNA PEQUEÑA ARCADIA

Crítica de Arte Una pequeña Arcadia Fuencisla Carretero y Antonio Calvo. Pintura. Librería Atenea. El Sotillo, Segovia. Hasta el 5 de Mayo. Jesús Mazariegos En los tiempos que vivimos, el hecho de que haya personas a las que les da por pintar, quiero interpretarlo como un signo positivo que me devuelve la fe en el género humano, al ver que algunos se entregan a lo que podríamos llamar formas elevadas de ocio, en contraste con los centenares de jugadores de cartas que queman el tiempo en este entretenimiento que, evidentemente, de elevado tiene poco. Pero también puede ser que el hecho de pintar, además de ser cosa de pintores y alta forma de ocio para algunos, sea también una consecuencia de la locura del mundo que vivimos, sea una terapia para combatir la angustia, el estrés y los mil miedos que nos invaden cada día. En realidad, no sería lo peor que, dentro de unos años, estuviéramos todos pintando y tomando combinados de Orfidal y Prozac. A veces se siente la necesidad de crear pequeñas islas en las que aislarse o desde las que irradiar sin ser confundido, a veces hay que construir refugios donde poder retirarse y pensar sin ruidos, sin discursos de bocazas y sin anuncios. Ignoro las razones que inducen a pintar a Fuencisla Carretero y a Antonio Calvo, y confío en que no lo hagan por prescripción facultativa, pero estoy seguro de que cuando pintan esos sencillos y luminosos paisajes, aunque no huyan del bullicio de la ciudad y del zumbido de los medios, sienten el placer de asomarse a una pequeña Arcadia. Del mismo modo, cuando uno se acerca a ver sus obras colgadas en la Librería Atenea, tiene la impresión de entrar en un reducto de paz, al amparo de cuidados femeninos, en un enclave de civilización y cultura, en un oasis en medio del desierto residencial. Hay que ser valiente y tener el arrojo de una mujer para abrir una librería de grandes dimensiones en una zona tan periférica como El Sotillo. Este espacio, donde se realizan exposiciones, se lee colectivamente el Quijote, se cuentan cuentos y se reúnen los niños a leer, es realmente otra pequeña Arcadia, no pintada, sino real, en la que uno puede entrar físicamente y encontrar miles de caminos para los sentidos, para la sensibilidad, para la imaginación y para todas las formas de ocio elevado en el sentido de digno, tantos cuantos veamos en los cuadros y cuantos descubramos en los libros.

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