CRÍTICO DE ARTE JESÚS MAZARIEGOS

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Ibéricos 98. ABAJO TORDESILLAS

CRÍTICA DE ARTE ¡Abajo Tordesillas! Pintura y escultura. Ibéricos 98. La Alhóndiga. Segovia. Hasta el 7 de enero. JESÚS MAZARIEGOS Ibéricos, el nombre de la exposición que puede verse en La Alhóndiga, trae a la memoria la efímera Sociedad de Artistas Ibéricos cuya primera exposición se celebró en 1925 con la participación de nuestro Emiliano Barral, al lado de Macho, Vázquez Díaz, Alberto, Ferrant, Dalí y Solana, entre otros. El iberismo expresa la aspiración de acercamiento entre España y Portugal, siempre más alejados en cualquier orden que lo que su situación geográfica expresa. ARCO'99 estará dedicado a Portugal, y ahora en Segovia contamos con una joven exposición que hace honor a su título ya que incluye ocho artistas portugueses y cinco españoles. El catálogo, dignísimo por lo demás, abunda en carencias como no dedicar comentarios a los artistas portugueses, utilizar un castellano plagado de errores o ser un ejemplo extremado de lo infiel al original que puede llegar a ser una reproducción en color. Estas cosas contribuyen a vaciar de contenido las solemnes menciones sobre la participación del Servicio de Promoción Cultural de la Junta de Castilla y León. Aunque los artistas sean jóvenes y el catálogo gratis, cuesta casi lo mismo hacerlo bien. Las líneas que, hasta aquí, he robado a los artistas, sea en su desagravio. En las manifestaciones tridimensionales, Ester Botelho parece ironizar sobre el carácter tradicional de la escultura con un monumental Pé em bronze, como antes hizo César con su Dedo. Carlos Cuenllas se somete a la disciplina que le imponen elementos fabricados, de los que saca partido no sólo espacial sino cromático, combinando el PVC y el cobre. Unai Gabilondo analiza espacios de tránsito muy en la línea del también vasco Pello Irazu. Entre las propuestas pictóricas, Ana García se sumerge en una reflexión en torno a la cualidad frágil, limitada y caduca del cuerpo humano, participando de la agobiante atmósfera de las obras de Lucien Freud. Fernando Gutiérrez parece buscar la intensidad concentrando en el pequeño formato y la poca luz lo que, a primera vista, pide mayores amplitudes. No así, las obras de Oskar Ranz desarrollan en gran formato una suerte de postminimalismo animado, muy de actualidad, en el que pequeños signos se distribuyen uniformemente sobre un lecho de múltiples capas transparentes, con una sensibilidad que tiene algo del orientalismo de Tobey. Frederik Fannou se mueve entre formas amplias de genuina raíz informalista y las gobierna dotándolas de una cierta estructura geométrica. La pintura de Gil Maia ofrece empastadas superficies de rico y matizado cromatismo. Helder Cunha alterna un decorativismo pseudomural con lo que puede interpretarse como su propia degradación o antíte¬sis. Miguel Costa simboliza el espíritu ibérico al integrar, en una de sus obras, el tema velazqueño y un tratamiento formal que parece un homenaje a María Helena Vieira da Silva una de las glorias de la pintura portuguesa contemporánea. Las obras conceptuales de Tommasino juegan con mensajes informativos y publicitarios en los que el espectador puede imaginar las posibles relaciones entre la imagen y el texto escrito. Paulo Nascimento hace gala de un pigmento abundante y fluido, aplicado con notable libertad y sugerente imaginación. Sus derivaciones figurativas hacia fondos marinos o restos de animales, sugiere el recuerdo de Enzo Cucchi, si no fuera porque a veces rompe la unidad pictórica de la obra por el excesivo contraste entre la liquidez del fondo y la dureza del motivo figurativo. Silvia Guzmán parece la más pintora y con las ideas más claras, no en cuanto a tener ideas rígidas y concretas de lo que debe ser su pintura sino en cuanto mostrar una concepción amplia y decidida, despojada de cauces o preceptos marcados previamente. Desde la abstracción cromáticamente matizada o desde la leve alusión figurativa de sumaria ejecución, demuestra que su pintura no consiste en que lo sencillo parezca dificultoso, sino en hacer que lo difícil se muestre con tal naturalidad y frescura que parezca que surge como de manera natural y sin esfuerzo aparente. A esto Vasari lo llamaba gracia.

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