CRÍTICO DE ARTE JESÚS MAZARIEGOS

martes, 1 de noviembre de 2011

Luciano Esteban. LUCIANO SE DESNUDA

CRÍTICA DE ARTE Luciano se desnuda Luciano Esteban. Pintura. Sala de exposiciones del Teatro Juan Bravo. Segovia. Hasta el 29 de junio. JESÚS MAZARIEGOS Existen muy diferentes maneras de mostrar nuestro interior a la pequeña parte de mundo que nos rodea. Hoy es práctica común mostrar las propias miserias en esos nauseabundos programas que encumbran la mediocridad y la simpleza y pervierten moralmente a quienes los ven, despertando las partes más degradadas e innobles de la persona. Justo en el polo opuesto están el poeta y el artista, auténticos profesionales del estriptease del alma, que muestran su mundo interior a los demás con el objetivo de convertir esa comunicación en un edificio ético construido a base de palabras o de formas Luciano Esteban lleva ya unos cuantos años entre lienzos y pinceles; tras mostrar su obra en la Sala del BBVA de Valladolid, lo hace ahora en Segovia, poniendo ante sus conciudadanos los frutos de su relación con la pintura. Esta tercera muestra individual, primera en Segovia, es heterogénea en temas, formatos y maneras de hacer, fruto de la permanente inquietud de Luciano y de su continua búsqueda, pudiendo distinguirse varios grupos de obras que son etapas pero que, ante todo, son formas de sentir en cada momento. La etapa figurativa, de claro corte expresionista y con un cierto clima de desolación, a veces nos remonta al Picasso de la época azul. Aparece aquí también un tipo de mujer que está a medio camino entre la inquietante sensualidad de las que pintara Füssli y las actuales modelos de los medios de comunicación de masas. Un pequeño grupo de obras se mueven en las fronteras de la figuración y la abstracción, siendo, al mismo tiempo, campo en el que especular con las relaciones entre el soporte y los materiales. Plenamente abstractas pero con una inequívoca raíz paisajística, son las series en las que Luciano recrea de una manera esencial las dos alternativas del paisaje, el urbano y el campestre. El primer grupo, la serie denominada ‘Ciudades’ es una síntesis entre informalismo y geometría, en el que se adivinan fantásticas urbes de rascacielos en trance de perder el equilibrio y fragmentarse, si bien son anteriores al famoso once de septiembre. La contundencia del rodillo y de las anchas pinceladas, en realidad brochazos, hace recordar el arte de Pierre Soulages. Mantiene también, esta serie, una ambigüedad basada en la leve sugerencia figurativa que se torna geométrica y hasta informal, a partir del carácter constructivo de las disciplinadas y perfiladas manchas. De un carácter más unitario, con indudable alusión auroral o crepuscular, son los paisajes de bajo hori-zonte, en realidad estudios abstractos sobre gradaciones de luz, con efectos lumínicos espectaculares y, uno de ellos, recreando el imborrable cielo de la Laguna Estigia: ‘Patinir’. Un cuadro de esta serie, con el atrevimiento de unas rascaduras, mereció el Primer Premio Nacional MIR de Pintura. La serie abstracta de pequeño y mediano formato, que abre la exposición y el catálogo reproduce, tiene un carácter totalmente informalista. Es una opción arriesgada, como siempre ocurre con este tipo de pintura que renuncia a los asideros de los signos o de la geometría, quizás pendiente de evolucionar hacia una reducción de elementos y hacia una progresiva depuración. Nuevos caminos, nuevas horas, nuevas vueltas de tuerca; nuevas palabras plásticas con las que escribirse y pintarse a sí mismo.

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