CRÍTICO DE ARTE JESÚS MAZARIEGOS

martes, 1 de noviembre de 2011

Gerardo Martínez Cabra. CRÍTICA PARA TV

CRÍTICA DE LA EXPOSICIÓN DE GERARDO MARTÍNEZ CABRA EN EL TEATRO JUAN BRAVO DE SEGOVIA
CARACTERÍSTICAS: La pintura de Gerardo Martínez Cabra admite dos califica¬tivos fundamenta¬les: "matérica" y "expresionista"; y ambos considerados de forma su¬perlativa, elevados a la máxima potencia. Como tal expresionista, Gerardo es un pintor nato, un pintor por necesidad, que pinta como respi¬ra, que necesita pintar como necesi¬ta respirar, tal como le ocurría a Rembrandt, que se limpiaba los pinceles en la ropa, que no dejaba de pintar ni para comer. INFLUENCIAS: De la observación de la pintura de GMC, si nos fijamos en las caracterís¬ticas de lo matéri¬co y lo expresionis¬ta, éstos parecen proceder de la tradi¬ción del infor¬ma¬lismo euro¬peo que parte de Fautrier y de Wols y que pasa por Mathieu en las obras más gestua¬les, desembocan¬do en esa especie de consagra¬ción de la materia llevada a cabo por Tàpies. Pero también parece pasar por las asperezas de Lucio Muñoz y por la estética de El Paso, la estética de Manolo Milla¬res, algo menos la de Rafael Canogar y bastante más la del primer Luis Feito. Es decir, de un informalismo de "veta brava", connatural a la personalidad de Gerardo, la cual parece incompatible con la versatilidad y con la cierta frivolidad propia del transvan¬guardismo actual. En las ocasiones en las que hace figuración, llega a un límite, a un exceso y a una reducción similares a ciertos ejemplos del Grupo COBRA, más concretamente de Karel Appel. ORIGINALIDAD: Pero Gerardo ignora la mayoría de estas referen¬cias, porque su camino es completamente personal e indepen¬diente. En cierta ocasión en que le expresé mi admiración por una de sus obras que me parecía un auténtico homenaje al pintor francés Roger Bissiére, me confesó que descono¬cía a tal perso¬naje. Por eso acabo de decir que sus fuentes "parecen proceder" de la tradición informalista, porque el caso de Gerar¬do Martínez Cabra no es el de un pintor viajero e intelec¬tuali¬zado, que fre¬cuenta las exposi¬ciones y que está revisa cientos de revistas de arte. Y es que él, como pintor solitario que es, en sus largas sole¬dades en el campo, en sus inten¬sos en¬cuentros con la Natura¬leza, va reco¬rriendo un camino paralelo al de los grandes maes¬tros del informalismo, es como si lo volviera a descubrir, como si lo reinventara, ignorando sus supuestos orígenes. LO MATÉRICO: Él va descu¬briendo de nuevo las grietas como Wols las descubría en el suelo de la calle, va reco¬giendo las piedras con las que tropieza por azar, como reco¬mienda Dubuf¬fet, va palpando las textu¬ras y las excre¬cencias que se levantan sobre el lienzo como protuberancias inciertas, va haciendo surcos sobre la jugosa pasta pictó¬rica o so¬bre la arena aglutinada. Como un hombre primitivo que descu¬bre la pintura por primera vez, rein¬venta los espesos cho¬rros de pasta extendida por los gestos y los impul¬sos se¬miincontrolados. En Gerardo Martínez Cabra, la materia tiene tanta impor¬tancia como la forma, la materia es la forma. En la lucha que el artista mantiene con la materia, llega, como él mismo afirma, a confundir¬se, a fundir¬se, con ella, a fundirse con la obra. SIGNIFICACIÓN DE LA MATERIA: El carácter mineral de las obras de Gerardo Martínez Cabra supone una relación amorosa con la materia de la que estamos hechos, con la lava volcánica de la que está hecho el pintor; pero también supone una aspira¬ción de regreso a la tierra y al seno materno. Él es como un volcán, como ha escrito su mujer, Adora¬ción Vindel, de la que, por cierto, habría que decir que es mucho más que una mujer; Dora es la "mecenas por amor" de Gerardo, es su luz y su gran apoyo, y creo que merece una parte de la admiración que tributemos a la pintura de Gerardo. EXPRESIONISMO PURO: Hace algunos años Gerardo me dijo una frase, original suya, sin duda alguna, pero que el pintor americano Clyford Still había pronun¬ciado cincuenta años antes: "Yo me pinto a mí mismo en estos cuadros". Así pues, los cua¬dros de Gerardo Martínez Cabra son auténticos auto¬rretratos interiores, radiogra¬fías del alma humana. En Gerardo el expresionis¬mo fluye de la manera más natural; él vierte, extiende o amasa sobre el lienzo todo su agitado mundo interior con toda naturalidad, sin ningún tipo de artifi¬cio, porque actúa como un titán de la pintura: su medida aspira a la infinitud, su orden tiene trato con el caos, su armonía no puede librarse de la agitación, su sueño nunca es plácido, su meta siempre es un nuevo punto de partida. SIGNIFICADO: La pintura de Gerardo Martínez Cabra no es una fría manera de analizar colores, brillos y texturas, sus obras tienen títulos, muchas veces bíblicos, y albergan significa¬dos religiosos o primigenios, como los círculos, las espirales y los surcos paralelos, en los que parte de arque¬tipos a un tiempo básicos y universales, por medio de los cuales transmi¬te al mundo su propio universo interior. Esas formas pueden ser despa¬rramadas y cen¬trífu¬gas, o en esque¬mas centrali¬zados. El insis¬tente signo crucifor¬me inscrito en un círculo posee unas connotacio¬nes cósmicas que no le libran de evocar la forma de la estela funera¬ria, como sombra de la muer¬te. Como con¬trapunto, Jonás es un mito de resurrec¬ción, tratado con recuerdos que evocan al romanticismo de Friedrich o al simbolismo de Odilon Redon. Sus obras son más ásperas que las de Rothko pero están impregna¬das de la misma trascenden¬cia. A este respecto decía el pintor americano: "yo pinto símbolos eternos a los cuales debemos recurrir para expresar sentimientos fundamenta¬les. Son los símbolos de los miedos y las moti¬vaciones primitivas del hombre. Lo único que me interesa es expresar las emociones fundamentales del hombre: la tragedia, el éxtasis, el desti¬no". COLOFÓN: Acostumbrados a lamentar la falta de recono¬cimiento que en su día tuvieron Arshille Gorky, Marc Rothko o Jackson Pollock, ahora es el momento de reflexionar sobre los indudables valores de la obra de Gerardo Martínez Cabra, sobre la irresistible fuerza de su pintura, sin duda recia, brusca, dura, pero también delicada y sensible, llena de referencias simbólicas y espirituales; una pintura siempre franca, jamás estereo¬tipada ni convencional, nunca acomodati¬cia. Jesús Mazariegos. Noviembre, 1997.

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