CRÍTICO DE ARTE JESÚS MAZARIEGOS

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Milagros Isabel Cobos. NEW YORK, NEW YORK

CRÍTICA DE ARTE New York, New York Los supremos gestos de la pintura. Milagros Isabel Cobos. Pintura. Sala de exposiciones del Teatro Juan Bravo. Segovia.. JESÚS MAZARIEGOS Más de una vez me he referido a la existencia de dos tipos de pintores, en lo que se refiere al uso de un determinado lenguaje. Tan digno es pintar toda la vida el mismo cuadro, como cambiar los registros de una exposición a otra. Incluso aquellos que cambian de soporte, de materiales, de técnica, de temática y de estilo, siempre conservan un hilo personal identificable, un tic propio e inconsciente del que no pueden desprenderse. Todo pintor que lleva unos años en el oficio ha ido adquiriendo una cierta tradición propia. Un caso extremo de diversidad y sucesivas renovaciones desde cero, es el de Milagros Isabel Cobos. Hace años la vimos en esta misma sala del Teatro Juan Bravo, donde ahora expone, con temas de exóticas y frondosas selvas habitadas, tratadas con perfilado dibujo. Después la hemos visto en el Torreón de Lozoya con acuarelas de ambiente norteafricano y paisajes urbanos de Madrid, estas últimas mucho más vaporosas. Ahora nos ofrece visiones de Nueva York bajo un título que no puedo más que reprobar, por lo grandilocuente y desproporcionado: ‘Los supremos gestos de la pintura’. Una parte de las obras la forman cuadros florales en los que el gran acercamiento al motivo hace que la flor no quepa en el cuadro, como si se la quisiera usar como refugio natural frente al cemento, como último reducto natural en medio de la jungla de asfalto. No debe extrañar, pues, que estas flores sufran su propia excepcionalidad y muestren una agitación un tanto expresionista Las vistas de Nueva York no son paisajes urbanos convencionales, pues no reflejan el espacio habitable de la ciudad ya que no dejan ver el suelo. Son visiones oblicuas y sesgadas de las esquinas y fachadas vistas en contrapicado, con grandes carteles de cine y luces de neón. La pintora ha sabido elegir bien los motivos, muy especialmente en un cuadro que recoge, en la fachada de un rascacielos de cristal, el reflejo de otros edificios, reflejo deformado y fantasmagórico de los grandes gigantes urbanos. Tienen estos cuadros raíces en la fotografía y el diseño publicitarios, que utilizan la temática urbana con sus efectos de velocidad en las luces nocturnas y con sus iconos y símbolos del poder económico. Me pregunto si la pintura es una vía de expresión del mundo interior y, por tanto, un fruto del pensamiento del artista, una consecuencia de su vivir socialmente condicionado, de su existir y de su propia concepción del mundo, o si es el reflejo de un abrumador oleaje de imágenes que puede modelar al artista hasta hacerle mutable y expuesto a la marea mediática. Habrá que ir admitiendo que el mundo de imágenes que nos rodea es una segunda realidad. Milagros Isabel es una esforzada e infatigable pintora cuya capacidad para cambiar de lenguaje hace pensar en una búsqueda que aún no ha encontrado su camino definitivo. El cambio no es malo ni bueno en sí mismo; todo depende de dónde se está, de dónde se parte, y a dónde se quiere llegar.

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