Crítica de arte
El triunfo de la mirada
Antonio de Torre y Juan
Martín. Fotografías del Caja Segovia Fútbol Sala. Casa de los Picos. Hasta el
11 de febrero.
Jesús
Mazariegos
Hay exposiciones que no parecen precisar la explicación que
aporta la crítica. No faltan quienes opinan que esta afirmación es de
aplicación universal. Es sabido que una de las supuestas funciones de tan
innecesaria actividad consiste en tender puentes, encender luces, mostrar
caminos, que acerquen, alumbren y orienten al público de las exposiciones en su
relación con las formas y los significados. Cuando los cuadros no albergan óleo
ni acuarela, sino emulsión fotográfica convertida en algo tan directo y tan
vivo como las instantáneas de Antonio de Torre y de Juan Martín, el espectador
no parece necesitar luz que le alumbre ni guía que le oriente.
Si se añade, además, que la
temática es deportiva, que se centra en los triunfos del equipo de fútbol sala
Caja Segovia, coronados nada menos que por un campeonato del mundo, sería más
bien el público el encargado de ilustrar a este ocasional y descolocado
espectador. ¿Cómo confesar mi más que escasa relación con mundo del deporte?
¿Cómo disimular que apenas conozco y confundo el nombre de un jugador porque
vive en mi escalera? ¿Debería ocultar, avergonzado, el rostro, como un
descastado y un apátrida? ¿Conseguiré redimirme, aunque sólo sea por la mágica
fuerza de las imágenes? En todo caso, a las imágenes de Antonio y de Juan debo
esta iniciación, si no de conversión, sí de base para un futuro aspirantazgo a
catecúmeno de aficionado al deporte.
No seré yo quien niegue aquí
la importancia del asunto representado ni la potencia del contenido. Cuando las
imágenes son cercanas al mundo que nos rodea, aunque no parece que existan
dificultades para recibir su mensaje básico, sí se corre el riesgo de olvidar
que lo que se tiene ante los ojos no es un trasunto del partido o de la
celebración sino una exposición de creaciones plásticas, por lo que el
espectador debe armarse de algo más que de espíritu deportivo.
En este sentido es bueno recordar que las fotografías no
son la realidad sino determinados instantes de la realidad seleccionados por el
ojo instintivo de Antonio de Torre y de Juan Martín. Esos instantes llevados a
la cartulina, sólo son colores distribuidos en un plano pero permiten ver lo
que la propia realidad y las limitaciones del ojo humano nos niegan, como, por
ejemplo, el gesto de infinita tensión de Luis Amado parando el decisivo penalti
de Talavera, o el congelado arrojo de Jesús Fernández a punto de precipitarse
en las festivas espumas de la celebración popular.
La mirada del artista ha
iluminado la historia de la humanidad y la ha hecho más soportable. Las miradas
de estos dos fotógrafos hacen más llevaderos nuestros días, pues nos permiten
revivir los recuerdos y las alegrías del triunfo y saborearlos con sosiego ante
imágenes de gran tamaño y calidad. Antonio y Juan tienen la primordial tarea de
informar, generalmente con gran premura de tiempo y con mil condicionantes de
toda índole, a pesar de lo cual, han sabido convertir tan digna misión en un
arte.
Los ojos de Antonio de Torre y
de Juan Martín vieron el triunfo de nuestros jóvenes deportistas y lo
convirtieron en el objeto de nuestra mirada. Ahora los segovianos podemos
recordar y revivir recientes glorias gracias a la memoria visible que ellos nos
ofrecen.
Ellos vieron y vivieron las
victorias. Era la mirada del triunfo. Sus obras, las que hoy cuelgan de los
muros de la Casa de los Picos, son la expresión del triunfo de la mirada, de su
mirada.
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