CRÍTICO DE ARTE JESÚS MAZARIEGOS

lunes, 31 de octubre de 2011

Imanol Marrodán. CHAPA Y PINTURA

CRÍTICA DE ARTE Chapa y pintura Imanol Marrodán.. Galería Claustro. Segovia. Hasta el 16 de abril. JESÚS MAZARIEGOS Siempre he creído que los buenos chapistas tienen algo de aristas y de magos, capaces de convertir un ‘bollo’ en una superficie lisa y brillante. Pintura, al fin. Pintura sobre chapa. Imanol Marrodán (Bilbao, 1964), que expone su obra pictórica en la galería Claustro, utiliza un soporte de aluminio rígido sobre el que aplica una pintura dura y esmaltada, a veces metalizada –pintura de coches, para entendernos- creando sutiles y delicadas gradaciones cuyo efectismo visual aparenta a veces superficies onduladas que hacen pensar en el op art. No obstante hay obras en las que se impone el atmosférico perfil de un rectángulo de evocaciones claramente rothkianas. En el resultado, sin embargo, acaba imponiéndose su naturaleza minimalista fundada en el tipo de soporte, el la factura mecánica y en su apariencia de objeto industrial. Hasta aquí, una pintura moderna, lisa, brillante, abstracta y muda; minimalista por los cuatro costados. A partir de aquí, una serie de contradicciones que el pintor transmite a través de la argumentación teórica que incluye en el catálogo. En principio parece maravillado por haber llegado a constatar que existe una pintura autorreferencial, que no representa nada, cuando esto no es una novedad. En segundo lugar, el pintor se empeña en revestir sus obras de estética zen, de taos, de yines y de yanes, al hilo de las connotaciones orientales que su obra pueda tener. Y en tercer lugar, tras proclamar su “intención de negar la cualidad representacional intrínsecamente histórica del medio pictórico”, aplica a sus obras títulos alusivos a la naturaleza, por ejemplo, ‘Desde la soledad infinita de la orilla, bajo un cielo nublado’, en un cuadro que, efectivamente, sugiere un horizonte bajo un cielo nublado. La pintura de Imanol Marrodán es buena, moderna y bella. Es abstracta, carece de huella humana y tiene aspecto industrial. Es más que suficiente y no necesita nada más. La entiendo como minimalista y aséptica. Otra cosa es que el pintor sea un romántico hasta el punto de evocar un cuadro tan empedernidamente romántico como ‘Monje contemplando el mar, de Caspar David Friedrich.

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