Crítica de arte
Nilo
Nilo.
José M. García de Acilu. Dibujos
y acuarelas. Casa de Los Picos. Hasta el 24 de febrero.
Jesús Mazariegos
Desde el siglo XVIII, que es un siglo en el que la sensibilidad
romántica empezaba a inundarlo todo, los artistas viajeros se interesaron por
África y Oriente. La visión de la Antigüedad clásica no se hacía desde el
supuesto interés racionalista neoclásico sino bajo el impulso romántico, el
mismo presente en el grabado que representa a Lord Byron contemplando el
Coliseo o en la obra de Füssli titulada ‘El artista abrumado por la grandeza de
las ruinas antiguas’. Esa sensibilidad romántica está presente en el ‘Embarque
para Citerea’ de Watteau y en la ‘Fuente del Amor’ de Fragonard; en las
mórbidas niñas de Greuze, en las tormentas y naufragios de Vernet y en las vespertinas
ruinas de Hubert Robert, obras tradicionalmente consideradas dentro del círculo
de la frivolidad rococó.
Delacroix viajó al
Magreb y Napoleón, el héroe romántico, a Egipto. En el año 2003, con un premio
de la Fundación del Patrimonio Artístico de Castilla y León, un profesor de la
Escuela de Arte de Zamora, José M García de Acilu, recorre Egipto con un
pequeño grupo de alumnos y al tiempo que vive y comparte la admiración y el
sobrecogimiento con sus jóvenes acompañantes, recoge diversas visiones de los
antiguos templos y de sus detalles arquitectónicos, de las mezquitas de El
Cairo y de todo lo que el Nilo muestra en sus orillas a los que por él navegan.
Son dibujos sobrios y contenidos, ligeros como el viaje, pero hondos como el
poso del recuerdo y claros como los lazos de la amistad a la que José Acilu
rinde homenaje en la dedicatoria del catálogo. En toda empresa romántica ha de
haber un impulso femenino.
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