CRÍTICO DE ARTE JESÚS MAZARIEGOS

lunes, 31 de octubre de 2011

Jorge Bayo. COMO NOSOTROS

Crítica de arte Como nosotros Jorge Bayo: Como nosotros. Pintura. Galería Claustro. Segovia. Hasta el 9 de julio.
Jesús Mazariegos Desde los retratos romanos de El Fayum, pasando por los donantes góticos, por los heroicos perfiles de Piero, las sombrías instantáneas de Rembrandt, los pasteles de Rosalba Carriera, los locos de Gericault, las mujeres de Goya, las serigrafías de Warhol, las magnificaciones hiperrealistas de Chuck Close y los abruptos rostros de Lucien Freud, el retrato siempre ha respondido, en última instancia, al deseo de la afirmación del individuo, al sueño atávico de sobrevivir y permanecer, de lograr la fama y vencer al tiempo y a la muerte. El retrato pintado tiene la magia de un otro yo independiente y distinto, un ‘alter ego’ capaz de detener el tiempo y de sostener la memoria. En el arte de las vanguardias, el cubismo no se ajustaba bien al condicionante del parecido, pero el expresionismo encajaba perfectamente con la concepción del rostro como espejo del alma. Por otra parte, el rostro humano es un buen ejemplo de variaciones sobre un mismo tema, tantas variaciones como personas han vivido en el planeta y como estados de ánimo pueda mostrar una persona. En cada rostro humano, la fealdad o la belleza son matizadas por la expresión de los distintos sentimientos. En la línea expresionista, pues, se entroncan los retratos que Jorge Bayo (Madrid, 1964) ha pintado, en sesiones únicas y rápidas, a cuarenta ciudadanos de Segovia. El expresionismo significa penetración y expresión del mundo interior, para lo cual el pintor lleva a la pintura la realidad que tiene delante potenciando, tal vez de forma inconsciente, los elementos expresivos dominantes. Son retratos a escala natural y de cuerpo entero, ya que el lenguaje del cuerpo contribuye a completar la imagen de la persona, lo mismo que el atuendo y la postura. El artista no conoce a quien pinta, por lo que su único condicionamiento es la comunicación con el retratado a lo largo de los cincuenta minutos que tarda en hacer el retrato. Los resultados son diversos aunque todos tienen en común la frescura de una obra directa, hecha del natural y con rapidez. Hay retratos con el rostro tratado con cierto detalle y algunas dosis de idealización, como los de Fray Pablo, Teresa, Carolina, Paco y el que suscribe; otros más abocetados y planos como el de Begoña y sobrinos o el de Fuencisla, con un aire más pop. Algunos, como los de Pedro y Mon, poseen una senteticidad que los acerca a la caricatura, mientras que otros parecen más tormentosos e introspectivos, como el de Alex, muy Kokoschka, el de Tomás, muy Freud, o el de Reyes, muy felina ella. Jorge Bayo es una especie de juglar-pintor itinerante del siglo XXI y, mientras permanezca la muestra, seguirá retratando a los segovianos que quieran poseer su propia imagen salida de las sabias manos de este hombre sensible que ha modernizado y revolucionado el género del retrato. Una exposición viva, actual, interesante y divertida. Ah, y ampliable.

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