Crítica de arte
El arte de hacer fotos
Un año en
imágenes, 2002. Antonio de Torre, Antonio Tanarro y Raúl Villas. Fotografía.
Casa de los Picos, Segovia. Hasta el 31 de julio.
Jesús Mazariegos
De
todos es conocido en auge de la fotografía en cualquier feria o certamen
artístico, sea ARCO, sea la Bienal de Venecia, sea la Documenta de Kassel. Y es
que muchos fotógrafos se han empeñado en no ser fotógrafos y ser artistas. Del
mismo modo, los alfareros dejan de hacer cacharros para crear monstruosidades,
los modistos diseñan creaciones, los cocineros pasan a ser restauradores y los
peluqueros pintan y esculpen las cabezas. Afortunadamente no faltan alfareros
que son verdaderos artistas y lo mismo sucede en los demás terrenos, pero no
hay por qué trazar una raya entre la foto documental y la artística. Una foto con
fines informativos puede ser una obra de arte y una foto con intenciones
artísticas puede ser un desastre.
Los
fotógrafos de El Norte de Cartilla son fotógrafos de prensa, saben que lo son y
saben serlo. Ellos sólo tienen que apretar un botón y la cámara hace el resto.
Pero ¿cómo es que el pueblo llano con cámara rara vez consigue hacer una
fotografía decente? Porque Antonio de Torre, Antonio Tanarro y Raúl Villas,
aunque no vayan de artistas, tienen arte. Arte en la primera acepción del
Diccionario de la Real Academia: “Virtud, disposición y habilidad para hacer
alguna cosa”. Arte y formación.
Y es
que, antes de apretar el botón, hay que estar en el lugar adecuado,
seleccionando determinados aspectos de la realidad, eligiendo aquello que se va
a inmortalizar en imagen y desechando y condenando al olvido al resto. Y
también hay que elegir el momento, el instante del gesto, de la sonrisa, de la
mirada... y se puede ser implacable o generoso con el bostezo, con el mohín,
con la cabezadita.
La
muestra de fotografías de los reporteros gráficos de El Norte de Castilla en
Segovia, que hasta el día 31 puede verse en la Casa de los Picos, demuestra que
los tres son benévolos con la realidad y generosos a la hora de no hacer exhibición
innecesaria de las miserias del mundo y de las personas. Pero estas fotografías
son, ante todo documento, información, por lo que no todas pueden ser de color
rosa. La selección, tanto en la exposición como en el catálogo, es equilibrada,
aunque, si se me permite, diré que estaría mejor con una fotografía menos.
Las
fotos sirven para recordar. De algún modo, recordamos las cosas ocurridas en el
año 2002, gracias a estas imágenes, hasta el punto de que los acontecimientos
que ocurrieron pero no están aquí, quedan muy cerca del umbral del olvido. Por
eso pienso que, cuando una cosa no debiera haber pasado, no es cuestión de
refrescar su recuerdo. Lo digo a sabiendas de que mi objeción es improcedente,
porque un periódico no es un cuento de hadas sino un reflejo de la realidad; de
la voluble y, a veces, dura realidad.
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