Crítica de arte
Las difusas fronteras de lo tridimensional
Escultura y cerámica. Jóvenes artistas murcianos.
Casa de los Picos. Hasta el 20 de diciembre.
Jesús Mazariegos
Las fronteras del arte contemporáneo, mucho
más que las de la ciencia, son cada vez más inconcretas y difusas, tanto entre
lo que es y lo que no es, como entre unos y otros modos de expresión. La
exposición Murcia Joven 99, en la que pueden verse las obras de quince artistas
murcianos cuyas edades oscilan entre los 20 y los 30 años, trae a colación un
par de dudas que se plantean con cierta frecuencia. No son dudas a resolver
sino dudas huidizas y constantes, que son las que más enseñan. La primera
aspira a discernir con claridad entre arte y artesanía; la segunda pretende
deslindar con cierta precisión los respectivos campos de la escultura y de la
cerámica, al menos para no dudar demasiado a la hora de elegir los términos
adecuados del lenguaje hablado.
El
primer dilema es insoluble por definición desde el momento en que, hoy por hoy,
no es posible definir lo que es el arte. La confusión entre arte y artesanía no
se debe a que los artistas intenten parecer artesanos, aunque en este caso
pudiera parecerlo; son, en realidad los nuevos artesanos los que parecen haber
roto los límites de su campo, como puede verse en las frecuentes ferias donde
la creación, no siempre afortunada, domina sobre la tradición propia de la
artesanía. Pero ¿acaso existen de verdad artistas y artesanos? ¿Es que la
condición de artista tiene algo que ver con el D.N.I.? ¿No dijo Duchamp que
todos podemos ser artistas? Aunque, por otro lado, ¿no estará ocurriendo que
muchos jóvenes, a la hora de elegir su camino, vean más posibilidades de
supervivencia en el mercado de la artesanía, mucho más ágil en España que el
raquítico mercado del arte? Lo mismo cabe decir respecto al diseño y la moda.
La duda
sobre los límites entre escultura y cerámica surge a partir de la utilización,
por la escultura moderna (y también en el ámbito de la pintura) de nuevos materiales
que dan paso al concepto de lo tridimensional. Por otra parte, la cerámica se
ha ido aproximando cada vez más a los dominios de lo escultórico, si bien es
cierto que ya en el arte cuaternario hubo modelado en barro y que ahí están los
revestimientos cerámicos del Asia Anterior y las terracotas helenísticas
conocidas como “tanagras”. Aunque lo más propio de la cerámica son los vasos,
es decir, los cacharros, nunca han sido su único campo.
Entre
los considerados escultores, Concepción Munuera, con su Nautilus, es quien
mejor encaja con el concepto sculpere,
en tanto que a Óscar Ferré le acredita como tal el uso del hormigón (si en este
caso el material decide el género, no hay que olvidar que el modelado en barro
es el primer paso del escultor; ni tampoco que la cerámica es un arte del
fuego). Clara Boj y Raúl León usan objetos encontrados con clara intención
conceptual. Los paneles de Mª Elena García son cerámica en tanto que son de
barro y escultura por su estado crudo, mientras que su planitud no es menor que
la de muchas pinturas.
Entre
los ceramistas, José Manuel Pérez se asimila al informalismo pictórico, aunque
sea sobre azulejos, en tanto que José Antonio Ortiz, con su escultórico Islero, hace un claro homenaje, no sé si
a Manolete, pero sí, desde luego, a Umberto Boccioni y al dinamismo futurista.
José Emilio Cuerda con sus atrevidos personajes, Ascensión Frutos y su mural de
ladrillos, y Maribel Sahuquillo con sus vasos troncocónicos, son quizás los que
mejor encajan en un concepto moderno de la cerámica. El caso de Virginia
Bernal, cuya propuesta me parece de las más interesantes, escapa a las
coordenadas de la exposición, entroncando más con cualquier otro medio
expresivo que con los que aquí se presuponen. El carácter hondamente conceptual
de sus Luminoescritos, se expresa
sobre el papel de un libro poco convencional, un libro que mejor hubiera estado
sobre una mesa, con un cartel que indicase “se ruega tocar, ojear y hojear”.
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