Crítica de arte
Ahí
le duele
Documentos
materiales y gráficos del II Circuito de Performances. ACAVS y otros. Casa de
los Picos. Hasta el 22 de octubre.
Jesús Mazariegos
Recuerdo, de entre los infinitos
ejemplos posibles, algunos hechos de necesario conocimiento para la correcta
recepción de la exposición de La Casa de los Picos. Entre 1910 y 1930 los
futuristas, en manifiestos demoledores, sientan las bases del espíritu de la
vanguardia. En 1914 Marcel Duchamp expone un secador de botellas comprado en un
bazar y en 1917 convierte un urinario en fuente. En 1952 John Cage,
Charles Olson y Robert Rauschenberg dan vida al primer happening
considerado como tal. En 1959 Hundertwasser pinta una larga línea espiral en
las paredes de su aula de la Escuela de Artes Aplicadas de Hamburgo. En
diversas fechas en torno a 1960, Yves Klein pinta cuadros con la ayuda de
mujeres desnudas embadurnadas de pintura, a modo de sellos, patentó su cuadro
de color azul "Azul Monócromo
Klein", vendió trozos de espacio aéreo de París a cambio de lingotes
de oro que arrojaba al Sena, y él mismo se arrojó a la calle desde una ventana,
acción recogida en fotografía. En 1963 George Maciunas, fundador de Fluxus, toca el piano pisando sobre las
cuerdas y, en la misma fecha, Joseph Beuys se adhiere al movimiento portando
una gran bola de manteca. A finales de los 60 Andy Warhol sorprende a los
visitantes de la Stable Gallery llenándola de cajas de detergente. Ayer mi
neurólogo me dijo que no le entusiasmó lo de Richard Serra en el Museo
Guggenheim de Bilbao pero a todo el mundo le cuenta lo del montón de caramelos
de regaliz.
Dicho
esto, ¿qué es lo que pretenden, a estas alturas del siglo, los 46 , si no he
contado mal, participantes en las performances que recoge esta exposición?,
¿son acaso los herederos de los conceptuales españoles Jordi
Benito, Juan Hidalgo o Nacho Criado?, ¿cómo un grupo de
artistas puede, en 1999, llamarse "de vanguardia" si estos chicos
nacieron cuando se estaba dando carpetazo a la vanguardia y a la esperanza de
cambiar el mundo? Eran niños pequeños cuando se empezó a hablar del placer de
la pintura.
Ya sabemos que ni Miguel Ángel Maroto
ni los demás han inventado la performance.
Tampoco los actuales pintores han inventado la pintura. Hay cosas antiguas que,
en algunas ocasiones, en ciertos lugares y contra ciertas cabezas, pueden
resultar de una completa novedad. Los lenguajes no habituales reclaman del
espectador un esfuerzo especial que puede provocar el rechazo. En este contexto
es donde recobra sentido la vieja y desusada palabra "vanguardia",
como un arma, como una provocación. Es bueno enarbolarla de nuevo. Es necesario
pisar el zapato negro del señor de traje oscuro, justo donde tiene el juanete.
Es muy necesario. Incluso para ese señor.
Alguien pensará que las actuaciones de
estos jóvenes son una tomadura de pelo. Alguien pensará que le estoy tomando el
pelo. Entre otras cosas, de eso se trata. De que el burgués bienpensante, el
currante refractario, el muchacho atontado por la televisión o la chica feliz
con móvil, al menos piensen si alguien les está tomando el pelo, ya que no se
lo plantean cuando bienpiensan, cuando ven la tele o cuando se sienten
realizadas con un telefonillo. Se trata de un pisotón constructivo para hacer
pensar. El arte conceptual compromete, pretende complicar al espectador
sacándole de su pasividad y obligándole a reflexionar sobre la propia
naturaleza del arte, sobre su actitud ante lo que está viendo, ante sí mismo y
ante el mundo.
Maroto y sus afines saben lo que pasa,
por eso escriben mil veces "¿Hasta
cuando esta incomunicación?". Ellos nos recuerdan que todavía no
estamos totalmente muertos, pero escuchan las pisadas del gran monstruo
destructor que la injusticia neocapitalisma está creando con denodada
aplicación. No es muy nuevo pero nada ya es nuevo. Al menos no tiene un
planteamiento mercantilista. Es tan poco nuevo que cuenta con notables
precedentes en la tradición local. Hace tiempo que se viste a las divinidades
con emblemas bélicos y, más modernamente, se hacen discretos happenings en los que, sin beber alcohol
ni ingerir drogas, que se sepa, se emiten discursos que no tienen nada que
envidiar a los de Tristan Tzara, y al final se proclama dónde debe estar la
parada. Y se quedan como si nada. ¡Pisa, Maroto de mi corazón! ¡Sin pasarte
pero pisa justo en el juanete!.
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