CRÍTICO DE ARTE JESÚS MAZARIEGOS

miércoles, 26 de octubre de 2011

Antonio de Torre, Antonio Tanarro y Rosa Blanco. CATALIZADORES DE LA MEMORIA


Crítica de arte
Catalizadores de la memoria

Fotografías de Antonio de Torre, Antonio Tanarro y Rosa Blanco. Casa de los Picos. Hasta el

Jesús Mazariegos

 La memoria humana es frágil y hay episodios de la propia vida que se borran por completo sin dejar rastro. Pero a menudo, a partir de una pista, somos capaces de rememorar cosas que, de otro modo, jamás hubiésemos vuelto a recordar. No sabíamos que todavía éramos dueños de ese recuerdo porque estaba almacenado en los corredores más profundos de nuestro cerebro, donde se guardan los datos de todo lo vivido.
Esos datos incluyen lo que ocurre a nuestro alrededor, en el ámbito de nuestra ciudad, de la provincia, del Estado o del Mundo, pero si intentáramos recordar acontecimientos que fueron objeto de noticia en el año 2006, difícilmente llegaríamos a la docena y es muy posible que tuviéramos problemas con el antes y el después.
La memoria visual, puramente descriptiva, de las cosas que vemos, es más objetiva que la literaria, aunque la interpretación de esos signos evidentes que son las imágenes, puede llegar mucho más lejos que la que parte de esos otros signos recónditos que son las letras. Pero la imagen almacenada en nuestra mente es difusa y cambiante y nunca alcanza el grado de objetividad y fijeza que la imagen fotográfica.
Es precisamente la fotografía la que nos refresca la memoria de lo visto y, a partir de ahí, de los hechos, historias, ideas, emociones y todo lo que esa imagen conlleva en cuanto a sus relaciones con otros hechos y con otros ámbitos
Si mal no recuerdo, en Química, un catalizador es un elemento que favorece una reacción sin pasar a formar parte del resultado. Del mismo modo, las fotografías de los reporteros gráficos de El Norte de Castilla, son como catalizadores de la actividad neuronal que favorecen la afloración de los acontecimientos del año 2006 a las galerías próximas de la memoria. Antonio de Torre, Antonio Tanarro y Rosa Blanco son los alquimistas artífices de esa concreción y fijación de lo sucedido, a través de sus fotografías. Cabría argumentar que, una vez vista la exposición, de nuevo quedan las imágenes y los recuerdos al albur de la contingencia humana y de la fragilidad de la memoria, pero para eso está el catálogo, que aunque no reproduce la totalidad de las fotos expuestas, tiene la ventaja de que la fotografía, al pasarla al libro, solamente pierde en tamaño. Este catálogo es como la agenda gráfica del año 2006, como la colección de pistas que ayudan a recordar, como los hilos que nos llevan al ovillo de nuestra existencia individual y colectiva.
Me quedo con las fotos de feliz momento, esas que se obtienen captando el instante irrepetible y que tampoco se consiguen por casualidad. Me quedo con la expresión de los rostros, con los gestos, con las miradas, aunque sea en los actos oficiales. Y me quedo con las caras y con la memoria de las Trece Rosas Rojas.

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