CRÍTICO DE ARTE JESÚS MAZARIEGOS

miércoles, 26 de octubre de 2011

Pintores pensionados. EL BUEN FLUIR DE LA PINTURA


Crítica de arte

El buen fluir de la pintura





Jesús Mazariegos

Querida Ángela.- Tú sabes que sólo existe el presente. La frase anterior ya es pasado y el futuro sólo existe en el instante en que deja de serlo. Decía Heráclito que todo fluye. El tiempo es inexorable y todo el universo y tú y yo estamos sometidos a su tiránico poder. Los relojes miden el desgaste, el deterioro, la oxidación, la ruina. Sus manillas, sin parase, anotan tus risas y tus lágrimas, miden las horas de tu cuadro y cuentan los cuadros de tu vida.
Cuando regreses a Bilbao ya no serás la misma. El fluir del tiempo dejó pasar otro curso de paisaje distinto a todos. Ni el curso ni vosotros ni nadie son ya los mismos. Creo que todo ha mejorado y aquí queda dicho. En la exposición, sin precios a la vista, también los cuadros han tenido un cierto fluir, pero los muros de la Casa de los Picos no se han desnudado antes de tiempo y sólo he visto a un pintor en cierta actitud de tendero. Creo que todos estabais pendientes de las miradas. Yo también. Los visitantes mirábamos los cuadros, vosotros mirabais las miradas mientras el fluir de la sangre nos permitía que otras secreciones dispusieran la suerte de las emociones.
De Vicent Ricós  me llaman la atención sus encuadres oblicuos y fragmentarios. A Esther Gómez la veo detallista y con gusto por lo pintoresco. Me gusta ver su ropa tendida. Luis Pastor pinta de modo distinto según el tema; me quedo con sus planos más amplios y sus colores más libres. La pintura de Alberto Romero la encuentro muy equilibrada entre la limpidez de los contornos y la soltura de las superficies. Su habitación seguro que nos trae el mismo recuerdo.
Me gustan los collages de Ana María García aunque en esta ocasión concreta me parece discutible utilizar ese único recurso. Algo parecido cabría decir de Ana María Rivero, pero es capaz de integrar muy bien su clara inclinación conceptual a partir de los números y las letras que habitan la arquitectura y son como las etiquetas de los muros.. De los cuadros de Itzíar Rincón no diría que son paisajes y, aunque su rosa tras la reja es como una trampa para ilusos, acepto la estridencia de sus colores y ese amor a las canales que también profesaban Rembrandt y Bacon. Su conejo desollado me lleva de nuevo a la habitación de Alberto Romero y al recuerdo de Antonio López.
Sonia Casero parece usar una única lente, es decir, un mismo nivel de detalle o una misma amplitud de pincelada, de modo que los formatos grandes dan un resultado figurativo y los pequeños, valientes, rozan la abstracción. De Vanessa Ramos lo que más me gusta son esos paisajes casi abstractos, hechos a base de poderosas pinceladas oblicuas. Las obras de Miriam López son mejores cuanto menos insistidas, aunque es posible que yo no sea receptivo a la violenta tensión de sus cuadros. Esa sería también una cuestión de flujos y de humores, un problema mío.. A Iván Albalate se le da mejor la naturaleza que la arquitectura, muy trabajada y algo subida de color. De Simón Arrebola, sólo he visto los abigarrados cuadros-clon de la Calle Real.
Enrique Jiménez hace pinceladas netas y consistentes, y tienen un cromatismo que parece aportarle una cierta pátina y conectarlo con la tradición decimonónica, dicho sea en el mejor sentido. Las obras de José Luis Maravall poseen una base cezanniana que aspira a ordenar el mundo, recordando, quizás, las propuestas que el maestro de Aix escribió en su conocida carta a Emil Bernard. El resultado es de quietud, soledad y silencio monásticos. Carlos Sosa vuelca su tensión y su materia en los grandes formatos para calmarse en la geometría arquitectónica de los pequeños. Eduardo Millán es mejor cuando menos insiste y domina bien las distancias cortas. Urtzi Ibarguen parte de los presupuestos de la abstracción americana y lo aplica al paisaje con desiguales resultados. Desiguales porque arriesga, como debe ser. Las obras de José María Yagüe destacan por su formato y su contundencia plástica. Cuidado con las modas. Los cuadros de instalaciones industriales más o menos sombrías están en pleno furor..
El las arquitecturas de Vanesa Roncal vale, mucho más que su precisa claridad, el libre recrearse en detalles que no son sino invenciones sutiles que su fuerza interior hace posible, con resultados a veces impregnados de magia. Bueno, sólo me quedas tú, desconocida Angela Moreno, ya sabes. Tus cielos amplios me recuerdan a Constable pero cuando pintas cosas más cercanas tus cuadros esconden mil secretos y no se sabe si sus puertas y sus pasadizos conducen a una cárcel o a un paraíso. Es posible que tus ojos lo sepan. Y esto también se ha convertido en pasado. En todo caso, siempre nos quedará Bilbao.

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