Crítica de arte
Ser o estar
Premio Nacional de Carteles
Cajamadrid. Casa de los Picos. Hasta el 31 de enero.
Jesús
Mazariegos
Cuando lo que interesa al
lenguaje artístico es comunicar eficazmente con el espectador, las formas ceden
en la afirmación de sí mismas para convertirse, ante todo, en generadoras y en
vehículo de mensajes concretos tras los cuales suelen estar las ideas
abstractas. Entonces las formas se depuran, se clarifican y se despojan de todo
accidente para convertirse en palabras plásticas. Si en los tiempos en que
Toulouse Lautrec hacía carteles de La
Goulue en Le Moulin Rouge, eran
los límites técnicos los que obligaban a las formas planas, no hay que olvidar
la lección que, veinte años antes, daba Edouard Manet en el Retrato de Emile Zola: la chaqueta del
escritor es tan plana como el kimono de la estampa japonesa de la pared.
Los colores planos son, hoy
por hoy, el lenguaje natural del cartel, con toda la historia del cómic y del Pop detrás, con todas las
etiquetas, envoltorios, cajas de cartón con copa esquemática y “muy frágil”, o señales de prohibido
aparcar. Hay toda una tradición del color plano que viene desde aquel Cuadrado blanco sobre fondo blanco de
Malevitch que, más que un punto de partida era una meta sin retorno; viene de
Mondrian, al que han disfrutado, sin saberlo, generaciones de merceros y amas
de casa, en las cajas de calcetines Punto Blanco, y ahora los adolescentes que
utilizan una espumilla de esas, cuyo envase recrea el lenguaje del adusto
holandés. Para es Ad Reinhardt el que presta la planitud y las palabras al
cartel acreedor del primer premio: “a
veces menos es más”, obra de Elsa Suárez Girard, donde uno no sabe si el
círculo central es una forma sobre el fondo o un agujero, una presencia o una
ausencia.
No es poca la aportación del
arte conceptual y sus mensajes escritos al arte del cartel, donde el mensaje
puede ser absolutamente diáfano, paro donde me gusta que posean ese carácter
críptico, de jeroglífico, propio de emblemas y empresas, que obliguen a pensar,
pero que permitan entender cosas diferentes.
Resulta que la temática de
estos carteles gira en torno al tema de las discapacidades físicas, psíquicas y
sensoriales. En el mundo de los catalogados como imperfectos la única
diferencia con los demás es la misma que distingue “ser” de “estar”, “estar”
de “ser”. Debo decir que sólo en
ocasiones muy concretas estoy a favor de los eufemismos. El eufemismo, al
tratar de ocultar la palabra, la terrible palabra, no hace sino agravarla.
Creo, sin embargo que, con los niños, hasta los eufemismos son duros. Recuerdo
uno muy bonito que se decía cuando no eran usuales tales finuras: “inocente”. Bien pensado, es lo mejor que
se le podría decir a cualquiera. Decía
que no es lo mismo estar que ser, estar es temporal, puede ser incluso
definitivo, pero no es lo mismo estar sordo que serlo; no es igual estar
enfermo que ser un enfermo. Estamos o somos.
Los mensajes de los carteles
resaltan las capacidades que pueden desarrollar las personas con ciertos
límites. Así ha de ser. A veces los límites son infranqueables. Es otra forma
de desigualdad. Pero, a veces, luchando contra los propios límites, se logra
conseguir más que quienes no tienen la necesidad de rebelarse. ¡Dis, Minus,
Sub, In, y los sin prefijo!: ¡A las barricadas!.
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