CRÍTICO DE ARTE JESÚS MAZARIEGOS

lunes, 31 de octubre de 2011

CLAUSTRO CERRADO

Análisis Claustro cerrado Jesús Mazariegos Hace dos años y medio que escribí, con gran ilusión y esperanza, un artículo introductorio a la primera exposición de la Galería Claustro, con el título “Claustro abierto”, oponiendo el contrario significado de las dos palabras. Hoy el título ha de ser redundante sobre la misma raíz de 'claudere' y de clausura. El claustro recupera su carácter cerrado y la palabra ‘clausura’ vuelve a flotar en el aire del convento de la Concepción Franciscana. Los claustros siempre han sido lugares iniciáticos y éste lo ha seguido siendo en los dos últimos años, no en el terreno religioso pero sí en el del espíritu, la educación y la sensibilidad. En estos dos años y medio, unos cuantos segovianos y segovianas se habrán abierto a las nuevas corrientes del arte, se habrán dejado conquistar por la poesía o habrán descubierto otras maneras de hacer cine. Pero una galería de arte no es una institución benéfica y, además de la poesía, de los bellos catálogos, de los cuadros, de las esculturas y de las instalaciones, hay que vender obras de arte. En una ciudad como Segovia hay que tener mucho valor para abrir un negocio de estas características. La Casa del Siglo XV sobrevivió con más de un equilibrio y con el apoyo de la tienda de regalos. Lo más complicado está en los primeros años, pero si el entorno no promete como para ver posibilidades de mejora, es muy difícil consolidarse. Las personas que compran arte en Segovia se cuentan con los dedos de las manos y parece que las inclinaciones artísticas no acompañan necesariamente al éxito económico. Quiero decir que los capitales encuentran destinos más seguros y más rentables que el arte, porque el coleccionista de arte no debe ser un inversor sino un apasionado, una persona que no sólo puede permitirse comprar arte sino que ya no puede dejar de hacerlo, que necesita poseer esas obras que le impactan o que le conmueven. Nos quedan los catálogos, las tarjetas, los marcapáginas, a algunos les quedan las obras; nos quedan, sobre todo, los recuerdos, las fotos, los saludos, los besos, los versos y alguna canción. Gracias a Tomás Rivilla y a Begoña Vega por hacernos partícipes de todo esto. Y aún nos queda un hermoso fragmento de realidad presente que es la magnífica exposición de Ángel Cristóbal, buena ocasión para contemplar pintura en su plenitud y llenarnos los ojos de su luz, de la luz de las cosas; de las cosas que pinta ese maestro indiscutible que es Ángel Cristóbal Higuera.

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