Crítica de arte
La
persistencia de la memoria
Un año en
imágenes. El norte de Castilla. Antonio de Torre, Antonio Tanarro y Rosa
Blanco. Fotografías del año 2003. Casa de los Picos. Segovia. Hasta el 27 de
octubre.
Jesús Mazariegos
Los
fotógrafos de El Norte de Castilla en Segovia exponen una selección de sus
trabajos del año 2003 en La Casa de los Picos. Bien podría plantear mi
comentario sobre el reciente fenómeno de acostarse fotógrafo y levantarse
artista. Pero, en vez de entrar en terreno tan escabroso, diré lo que dijo
Adolph Loos con respecto a su arquitectura, pero traducido a la fotografía: ¿Y
si resulta que la fotografía no tiene nada que ver con el arte? ¿Qué pasa? La
fotografía es fotografía, la fotografía de reportaje es una parte de la información,
su fin es informar y, a pesar de que su realización está sometida a mil
limitaciones y mil azares, hay veces que el resultado nos produce las mismas
emociones que el arte. Esto ocurre cuando se capta ese momento que escapa a la
percepción del ojo humano pero que la cámara puede retener, disparada desde el
lugar adecuado y en el momento oportuno; como en la magnífica y dramática foto
de los incendios forestales.
Para ver la fuerza testimonial de
esta muestra, comentaré dos fotografías que son como las dos caras de esta
ciudad. Una de ellas es la foto de la niña que va sobre los hombros de su
padre, con un cartel de colores colgado del cuello que dice “PAZ”. La niña se
aferra a la cara de su padre con sus manos enfundadas en unos guantes y ambos llevan
en sus gorros invernales la pegatina de “NO A LA GUERRA”. Es la lucha de la
razón contra la fuerza, la historia -ahora lo sabemos- de una impotencia y de
un fracaso que padre e hija parecen percibir, pues alcanzo a ver cierta
pesadumbre en sus miradas. El fotógrafo
ha hecho el milagro y ha convertido a ese hombre y a esa niña en el icono de la
dignidad y el compromiso, en la imagen perdurable de un momento importante en
sus vidas y de la vida de la ciudad.
Eso es tener arte, saber elegir el
motivo, aprovechar el momento y no dejar escapar las oportunidades del azar.
Ese arte lo tienen los fotógrafos de El Norte. En la muestra hay fotografías
realizadas por Antonio de Torre y Antonio Tanarro. Las hay también realizadas
por Raúl Villas y Rosa Blanco en sus respectivos periodos del 2003 al servicio
del reportaje gráfico. Rosa es, verdaderamente, un nuevo valor de la imagen.
Las fotografías llevan las
huellas de la época y el perfil de la sociedad que retratan y así se percibe en
la mayoría: la importancia que se concede al control sanitario en los alimentos
industriales por encima del sentido del ridículo, las autopistas de peaje, la
expectación que despierta la televisión, las campañas electorales, la
importancia del deporte, las grandes infraestructuras, los accidentes de
tráfico y los incendios forestales, etc.
Pero hay una foto, la segunda
que quiero comentar, que es como la otra cara de nuestra sociedad, una foto
que, de no ser digital y en color, podría ser de 1950. Se trata de ‘El traslado
de la imagen de la Virgen de La Fuencisla a su santuario’. Ahora bien, la razón
por la que esta foto no se diferencia de una de 1950 no se debe a que en ella
no aparecen signos que delaten su pertenencia al siglo XXI, por ejemplo, apenas
se aprecian las indumentarias y no se ven modelos actuales de coches, no se ve
a nadie hablando por el móvil y tampoco aparecen otros artilugios propios de
nuestro tiempo. No es esta la razón. Lo que podría inducir a pensar que la foto
es de hace medio siglo y sacar la consecuencia lógica de que la sociedad que
retrata, en algunas cosas, está aún como a mediados del siglo pasado, es el
hecho de que algunos detalles parecen -y son- más propios de aquella época que
del presente. Por ejemplo: ¿Qué pintan los militares, sable en mano, flanqueando
la imagen de la Virgen? Pero, sobre todo, ¿Qué pinta todo un ejército que viene
detrás con el fusil ametrallador al hombro? ¿Qué pinta la bandera de España
integrada en el paso procesional? ¿Qué pinta el bastón de mando que va atado a
la media luna que está a los pies de la Virgen? ¿Qué pintan el alcalde y el
equipo de gobierno -de las autoridades que se alcaza a ver-, políticos de un
partido aconfesional en un país aconfesional, detrás del paso?
No, no ha sido así toda la vida.
Ha sido así durante el franquismo. La fotografía de Antonio de Torre da fe de
que, en muchas cosas, seguimos en el nacional-catolicismo: La Virgen de la
Fuencisla con el ejército, la del Acueducto tapada con la bandera de artillería
-¡Ya está bien!-, las autoridades civiles a la procesión, y la religión como
asignatura en los institutos. Por respeto a la religión, al ejército y a la
democracia, no mezclemos las cosas. Y si ya nos venían mezcladas, separémoslas,
aunque sea despacito.
Así pues, las fotografías son
como el soporte de la memoria de una sociedad, pero hay veces que la propia
sociedad vive su propia memoria, deja de necesitar la memoria y pierde la
memoria. Entonces las fotos dejan de ser la persistencia de la memoria social
para convertirse en la memoria de una persistencia social inexplicable.
Esta reflexión sólo ha sido
posible suscitada por una imagen, por una fotografía de estos tres grandes
reporteros, notarios de la realidad, que son Antonio de Torre, Antonio Tanarro
y Rosa Blanco. Que cada vez hagan más memoria de las cosas nuevas y encuentren
menos cosas convertidas en memoria de sí mismas.
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