Crítica de arte
El cuadro solidario
56 pintores a favor de UNICEF.
Casa de los Picos. Hasta el 17 de abril.
Jesús
Mazariegos
El título que Antonio Madrigal pone a su lacerante texto
del catálogo de la exposición de UNICEF, no puede ser más ácido ni más negro,
como su humor, como la suerte negra de millones de niños inocentes. Tampoco
puede ser más suave, porque sería completamente falso. Ese título nos recuerda
que tenemos un nudo en alguna parte del organismo, que tenemos un asunto pendiente
con aquel niño que apareció un momento en la pantalla. Y que existe realmente.
Existen muchos como él. Millones, cuyas imágenes no se atreven a mostrar.
Los eufemismos no sirven para nada y suelen reflejar una
concepción hipócrita de la vida y de las cosas. Lo malo no es decir que un niño
negro es un negro. Lo malo es decirlo con finura -el niño es de color- y
olvidarle a la misma velocidad, pero quedándose satisfecho de ser tan educado.
"Mosca en ojo de niño negro"
pone el dedo el la yaga y mete un poco, muy poco, es una metáfora, el dedo en
el ojo del vecino para, entre todos, acabar con la mosca del egoísmo que entre
todos incubamos cada día.
El mundo es así de negro, de
frío, de ciego. Menos mal que existen personas como Nélida Cano que nos
devuelven la esperanza en el destino de la humanidad. Y qué bien que en Segovia
haya un montón de pintores con corazón que han atendido a su llamada. Pintores
y un coleccionista que ha donado un grabado del gallego-argentino Jorge
Castillo. También hay obras de pintores que nos dejaron y cuyas familias han
hecho lo que ellos no hubieran dudado ni un momento. Así se ha podido montar la
magnífica exposición que, hasta el día 17, puede verse en La Casa de los Picos.
La muestra es como un recorrido por el arte actual en Segovia y ofrece al
espectador la oportunidad de recrear la vista y la de poder convertirse en
comprador de magníficas obras, cuyos precios, por regla general, y con el
objeto de que no queden sin vender, están por debajo de su valor real.
Imprimamos un poco de marcha y
de juego. Para el comprador hasta ahora indeciso que quiera ayudar a UNICEF y
que no le importe hacer, al mismo tiempo, una buena inversión y gozar de una
gran obra de un gran pintor, para el más rápido y decidido, me atrevo a
aconsejarle una de las estrellas de la exposición, siempre que resuelva el
acertijo, sabiendo que tanto el nombre como el apellido de su autor, tienen
alguna relación, muy distinta en cada caso, con "REY".
Sin la posibilidad de nombrar
a todos los artistas participantes, todos ellos, en la misma medida, poseen el
doble mérito de su arte y de su generosidad. Al azar recuerdo las magníficas
acuarelas de Rosina, dramática, y de Victoria Yubero, cada vez más
abstraizante. Valga la mención para sus maestros. Magnífica sobriedad la del
paisaje de Daniel Zuloaga y parquedad holandesa la de los objetos de Amadeo. La
armónica geometría de los tejados de Jennifer Graber convive con el silencio
cisterciense de Emiliano Alvarado. Frente a ellos, como planteando un
compromiso acorde con la semana en la que estamos, sin necesidad de iconos con
corona, evocando de algún modo la pobreza solidaria, armoniza el adusto gris y
la textura de sarga la obra de Sofía Madrigal, casi una vanitas contemporánea para reflexionar y llegar a una conclusión:
esos niños nos necesitan. Ahora y siempre.
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