Crítica de arte
Todo
voluntad
Certamen
Nacional de Carteles Caja Madrid 2003. Casa de los Picos, Segovia. Hasta el 15
de noviembre.
Jesús Mazariegos
Los carteles suelen tener como norma
la combinación de la imagen con la palabra escrita, apoyándose una a otra,
complementándose o, como en el caso del cartel ganador de este certamen, uniéndose
indisolublemente para dejar de ser imagen, dejar de ser palabra y convertirse
en un nuevo signo jeroglífico que las contiene a las dos: Un signo ‘más’ con un
punto encima, se convierte en ‘T’ y en ‘I’ (i), para decir “Más de ti”. Pero,
como todo jeroglífico, lleva la solución en letra pequeña. De lo contrario,
sólo veríamos un signo ‘más’ con un punto encima.
Cuando se quiere ser persuasivo, no
hay la menor duda de que unos lenguajes funcionan mejor que otros. En el primer
aniversario de la Revolución Rusa, Malevich preparó un decorado de grandes
paneles metálicos. La indiferencia popular fue suficiente para darse cuenta de
que, si se quería persuadir a las masas, había que ponerse a hacer estatuas de
Lenin, cuanto más grandes, mejor.
Recuerdo haber visto, hace unos años,
en el vestíbulo de la Clínica Puerta de Hierro, a la entrada, de varios metros
de lado que, en letras enormes, rezaba: “ESTÁ USTED EN UN HOSPITAL. PROHIBIDO FUMAR”.
No se podía decir más alto ni más claro, por muchos cartelitos de cigarrillos
tachados que se colocaran en la pared.
Por, eso creo que, en lo que se
refiere a mensajes claros, inequívocos y directos, tiene razón uno de los
carteles de esta exposición cuando dice “Una palabra vale más que mil imágenes”;
se refiere a la palabra ‘voluntario’. En la misma línea, otro cartel afirma:
“Sobran imágenes, faltan hechos”.
La muestra de carteles se reparte
entre los predominantemente plásticos, visualmente superiores, ingeniosos, como
el ganador, oscuros como el accésit de los puntos cardinales, obvios como la
torre de palabras que suple la pata de una silla o el de las manos entrelazadas
y algunos más.
Ahora que un presidente
ha puesto de moda el “cuando toque”, me parece especialmente oportuno el cartel
que, en la jerga de los mensajes a móviles, dice “T TO K”, cuya claridad hace
innecesaria la trascripción. Estas tres sílabas me recuerdan aquella canción de
Aute que empieza: “Decir ‘espera’ es un crimen, decir ‘mañana’ es igual que
matar”.
Un buen equilibrio
entre palabra e imagen es el que muestra un laberinto lleno de nombres de
persona, con la imprescindible leyenda: “Si entras, saldrás ganando”. Quizás el
más literario y, posiblemente, uno de los más eficaces es el que reclama la
atención del espectador con un “Soy Dios”, cuya aparente irreverencia queda
disipada por la enumeración de las cosas que uno puede hacer por los demás. A
pesar de todo, sigo dudando de la eficacia de los mensajes bienintencionados.
Recuerdo las palabras de Rafael Alberti: “Qué dolor de papeles que ha de barrer
el viento, qué tristeza de tinta que ha de borrar el agua”.
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