Crítica de arte
Hortus
Hermeticus
Juan Carlos Gargiulo. Fotografías. Casa de los
Picos, Segovia. Hasta el 25 de octubre.
Jesús Mazariegos
El jardín es, de algún modo, la naturaleza dentro de un orden, la
imagen de un mundo estructurado y comprensible, pero sólo hasta cierto punto.
El jardín es también un laberinto y encierra sus secretos. Juan Carlos Gargiulo
no descubre los secretos, no muestra los secretos del jardín, pero es evidente
que detrás de cada una de sus fotos se esconde lo oculto y lo desconocido, se
esconde aquello que va más allá de lo visible..
El jardín de Gargiulo
es un jardín abandonado. La condensación de la humedad residual del suelo y de
las plantas cubre los cristales desprendidos del invernadero y forma un velo
que se mezcla con el de la araña y con mil partículas de polen y de polvo.
Gargiulo mira el mundo
a través del cristal, a través de las lentes de su cámara y a través del
cristal empañado de su alma de artista. No quiere ver con nitidez y claridad,
no soporta ver lo que ocurre fuera de los muros del Jardín Secreto. Otras veces
Gargiulo se había encerrado en una casa abandonada y había retratado ausencias,
sombras, luces y silencios. En esta ocasión se ha refugiado en esa ínsula de la
conciencia que es el ‘Hortus Conclusus’, el ‘Jardín Cerrado’. No quiere correr
el riesgo de tropezarse con lo trivial, lo vulgar, lo frívolo o, mucho peor, lo
terrible y lo doloroso que cada día acecha a nuestras retinas.
Pero Gargiulo sabe que
en ese recinto cerrado puede encontrar las respuestas a tantas preguntas que, hasta
ahora, nadie le ha respondido. Puede encontrarse a sí mismo y a los demás, tras
el cristal empañado que apenas deja intuir el gran secreto que se oculta tras
una brizna de hierba, tras una flor o bajo una sombra. Por eso su jardín es
secreto, hermético, refractario al ruido y a la verborrea, ajeno a lo
espectacular y a cualquier tipo de efectos especiales.
Este segoviano nacido
en La Argentina no se conforma con lo simple, lo claro y lo evidente, que
parece ser la principal aspiración de tanta gente. Él sabe que no hay peor cosa
que tenerlo todo claro, porque las cosas son complejas, a veces oscuras y la
vida se representa en el Juego de la Oca, donde hay puentes para pasar al otro
lado del río, y pozo y laberinto, y la muerte acechando siempre.
Magníficas fotografías
las de Juan Carlos Gargiulo. En ellas demuestra que la realidad es inagotable y
que la fotografía puede dar resultados tan poéticos, ambiguos o abstraizantes
como los de la pintura. Breve y magnífica exposición donde cada foto que
veamos, siempre nos dará la impresión de que algo se nos oculta, de que ahí hay
algo más, un secreto que intuimos, que sabemos que está ahí pero que
difícilmente llegaremos a descubrir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario