En este blog pretendo dar a conocer la mayor parte de mis escritos, publicados en prensa y revistas, libros, recursos didácticos,incluso relatos y poemas. También estarán presentes el mundo del Parkinson y los amigos.
lunes, 31 de octubre de 2011
Eloísa Sanz. PINTORA EN NUEVA YORK
Eloísa Sanz
PINTORA EN NUEVA YORK
Galería Claustro. Segovia
Marzo, 2004
La pintora Eloísa Sanz, fiel a su tradicional dis¬conformidad con las co¬sas convencionales, si¬gue su evolución imparable, bien centrada en las peculiaridades de su propia pintura. Aparte de una exenta silla híbrida, feliz¬mente inutilizada para ejercer su tradicional e indigna función, de los muros de la Galería Claus¬tro cuelgan dos tipos de obras, papeles de formato convencio¬nal, magníficamente resueltos con pocos elementos y gran de¬licadeza cromática, y el resto de piezas que, sólo impropiamente, podríamos llamar cuadros. Es aquí donde Eloísa Sanz da una nueva vuelta de tuerca a su es¬tilo para pasar de la mera trans¬gresión en la forma del soporte, a una fragmentación del mismo en varias piezas que se super¬ponen en planos paralelos o se abaten formando ángulos die¬dros. Esto supone obviar las fron¬teras entre la pintura y la escul¬tura, desde el momento en que los cuadros imponen su volumen y su espacio. Con la misma co¬herencia y en el extremo con¬trario, Eloísa aplica a una silla los principios del cubismo pic¬tórico al tiempo que la convier¬te en fragmentado y tridimen¬sional soporte de la pintura.
Pero lo que más llama la aten¬ción es la aparición de un nuevo y poderoso motivo consistente en la imagen de edificios, espe¬cialmente rascacielos neoyor¬quinos y 'buildings' de Chicago, de principios del siglo XX, que se integran en el cuadro me¬diante collage o por impresión digital. Estos edificios, unas ve¬ces se comportan como los pris¬mas de obras anteriores, rom¬piendo los límites del cuadro y prolongando el soporte con su forma. Más trascendentes me pa¬recen las consecuencias que la inclusión de estos elementos tie¬ne en la espacialidad no perifé¬rica del cuadro. Como la visión de estas construcciones casi nun¬ca es frontal, se introduce un po¬deroso factor de dinamización del espacio, debido ala presen¬cia de la perspectiva. Esto crea un relativo ilusionismo antes ine¬xistente en la obra de Eloísa, al tiempo que da pie a mayores po¬sibilidades argumentales que surgen de la confrontación o del diálogo entre el mundo vegetal,. ya conocido, y los recién flore¬cidos edificios.
Es evidente que las yucas y las espadañas ya existían y que los edificios parecen haber crecido entre ellas. Pero si observamos la relación entre las primeras y los segundos y reparamos en el aspecto gigantesco y amenazan¬te de algunas plantas, más bien parece que son éstas las que se disponen a enterrar los restos de la civilización y quienes recu¬peran su lugar en una Tierra ya despoblada. Así lo ve José María Parreño en el texto del catálogo, interpretando esta pintura co¬mo el sueño de un [mal no dese¬ado pero más que probable. Gar¬cía Lorca también relató su sue¬ño apocalíptico en 'Poeta en Nue¬va York'. Mucho me temo que es¬toy demasiado de acuerdo con Parreño, pero confío en que el optimismo vitalista de Eloísa nos quite la razón y nos haga capa¬ces de ver ciudades llenas de flo¬res, con desmesurados macete¬ros en las ventanas, con hiedras y madreselvas embelleciendo los edificios de oficinas, ancianos sentados al sol en los claros de los frondosos parques, pasean¬tes indolentes y niños jugando por calles sin peligro. No se les ve porque juegan al escondite y ahora se ocultan detrás de los parterres de boj y de los cena¬dores, plagados de bugambillas.
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