CRÍTICO DE ARTE JESÚS MAZARIEGOS

jueves, 20 de octubre de 2011

Rafael Baixeras. LA PINTURA SENSITIVA
22 de agosto de 1997
Zaráuz

BAIXERAS
LA PINTURA SENSITIVA

Baixeras miró con sus ojos azules el azul grisáceo del Cantábrico y lo geometrizó en un infinito e inconcluso barco de papel, un barco sumergido en azules, un gran papel doblado para navegar por la costa siguiendo las estelas del tiempo, para perderse en los recuerdos de los días lejanos y regresar a los inalcanzables juegos de la infancia.
Baixeras recibió los fálicos tallos de las manos morenas de la dueña del más tórrido de los jardines. En él crecían palpitantes hojas como lenguas y turgentes frutos a punto de reventar. La humedad ablandaba la piel de las decadentes estatuas que se volvían mórbidas y se corrompían entre rizomas y moluscos. Al sol, la piel dorada de las garotas indolentes pugnaba por traspasar su camiseta amarilla. Baixeras tocaba las yucas y los nopales con aire taumatúrgico y los humedecía con pictóricos flujos hasta dotarlos de la perdurabilidad de lo pintado. Caminaba desnudo por la selva dejando enredar su larga cabellera entre las manos de las plantas jóvenes y vírgenes. Como un primitivo, descubriendo la realidad por primera vez, pisaba con sus pies descalzos los templados charcos llenos de los colores de las altas copas y del atardecer. Con sus pies arrastraba mariposas muertas que le salían por las yemas de los dedos de su mano derecha. Respiraba el penetrante olor de flores desconocidas, mudado por los vapores acres de las hojas muertas. Su nariz se abría sorprendida y se apoderaba de aquellas nuevas esencias para conservarlas' junto al perfume de los lápices y de las gomas de borrar.
Baixeras palpaba la blanda redondez del vientre femenino y sus latidos le llevaban hacia pequeños espacios de trascendencia. Se sintió extraño y feliz en aquel pequeño universo de cristal, redondo y transparente como una matissiana burbuja llena de peces invisibles.
Baixeras soñaba con espacios templados como nidos y acogedores como labios, con rincones suaves como peces y húmedos como grutas, profundos como un enigma y misteriosos como una mujer. Los peces agitaron las aguas de colores y la pintura se convirtió en espuma.
Baixeras descubrió un niño inseguro sobre la arena y decidió aprender a caminar de nuevo. Se hizo más pequeño y se sintió dulcemente cautivo con los pies sobre los lomos de la tierra y las manos cogidas a las de la reina Zenobia de Palmira.
Baixeras observó las piedras inseparables y las tablas que devuelve el mar sobre la playa y vio que las cosas se encontraban, se daban la mano, se juraban amor eterno y se poseían hasta convertirse en bicéfalos seres unicelulares. Con piedras y tablas pintadas construyó un nuevo ídolo para que lo adorasen los que aún creían en el amor.
Baixeras palpaba la realidad bajo un bochorno que se fue haciendo cada vez más líquido hasta ablandar los cuerpos y mezclarlos con las cosas queridas y con el verde, de modo que una mujer desnuda se fue convirtiendo en cremosa pintura primero y después en fluido néctar, hasta mojar con un gozoso dripping los labios del espectador más esperanzado.

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