CRÍTICO DE ARTE JESÚS MAZARIEGOS

viernes, 21 de octubre de 2011

FEDERICO OSORIO Y LAS FRONTERAS DEL GRABADO

Federico Osorio y las fronteras del grabado

22 junio 2006
Sala Caja Burgos. Aranda de Duero

El arte del grabado, durante muchos años se ha movido en los terrenos de la línea, la superficie plana y la monocromía, y ha estado revestido de un cierto aire de gravedad. A lo largo del siglo XX, conservando sus fundamentos en el aguafuerte, el buril, la punta seca, la manera negra y el resto de las maneras, ha ido incorporando el color y los matices texturales.

Federico Osorio cultiva los modos tradicionales al tiempo que abre nuevos caminos en el grabado moderno. Ha investigado las posibilidades de las resinas, de la sucesiva manipulación de las planchas y de la incorporación del color, obteniendo texturas, superficies con infinidad de matices y sugerentes variaciones cromáticas. Este volcarse en el desarrollo de las posibilidades del grabado en lo que a la pura forma se refiere, le ha llevado a prescindir casi totalmente de las referencias figurativas, desembocando en formas abstractas en las que predominan los grandes planos y las formas sencillas, pero en cuya superficie se desarrolla todo un mundo de pequeñas presencias, matices, marcas y señales, que confieren al grabado un cierto carácter orgánico.

Entre sus audaces recursos, hay uno que lo sitúa en la línea fronteriza que marca los límites tradicionales de la obra gráfica. Me refiero a un límite tan claro como el de su carácter plano. Pues bien, con posterioridad a la utilización del tórculo, Osorio ha plegado los soportes rompiendo la continuidad de la superficie y alterando el concepto de la bidimensionalidad propia del grabado. Como hiciera Lucio Fontana rasgando el lienzo, al plegar el papel, Osorio ha abierto una vía hacia una dimensión desconocida. Esos pliegues son como grietas que dejan vislumbrar un mundo que no es el real y tampoco el de la representación. Son como estrechas ventanas por las que asomarse a la cara oculta de la obra, puertas por las que adentrarse en las galerías de su subsuelo, o pasadizos por los que huir a las oscuras simas que yacen bajo toda realidad.

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