Crítica de arte
Lo bello que es vivir
Alejandra
Gutiérrez. Pintura. Bar Santana, Segovia. Hasta el 1 de Junio.
Jesús
Mazariegos
Un día, no recuerdo bien si en el
sombrío patio de la casa de Antonio Machado, si entre estanterías de viejos
libros o si al término de una interpretación callejera de ‘La Bandeja’, entre
los acordes del saxofón y del trombón de varas, o tal vez en una circunstancia
que nada tiene que ver con lo que acabo de decir, un luchador contra la
adversidad que aún no había terminado de escabullirse del acecho de la muerte,
me dijo de buenas a primeras: “La vida es maravillosa”.
Está demasiado bien demostrado que no
siempre es así, que sobran las excepciones, pero esa actitud vital me parece
ejemplar. Lo recuerdo ahora porque pienso que cualquier momento es bueno para
hacer presente tal artículo de fe y repetirlo como una jaculatoria. He visto
niños jugando en la calle libremente, he visto parejas de enamorados en las
terrazas, y he entrado en el Bar Santana, el de Quique y Jose, el de los
conciertos y las patatas al ajillo, y he percibido en los cuadros de sus
paredes una Segovia vaporosa y multicolor sin detalles ni pormenores, resumida
en sus elementos, una Segovia en grandes planos de cromáticos pero con una
respiración que me dice que la vida sigue.
Alejandra Gutiérrez interpreta la
ciudad. Unas veces disuelve los perfiles y deja libres a los colores hasta el
punto de que la arquitectura se torna algodonosa y frágil, más ligera en todos
los sentidos, es decir, menos pesada y,
sobre todo, menos grave. Alejandra nos dice ‘Segovia es maravillosa, no solo de
vista’. Alejandra se olvida -hace bien- de toda la podredumbre que se escode
detrás de los muros, detrás de las ventanas y debajo de las ropas. Alejandra
está aprendiendo y tiene algún fallo que superará sin duda, porque sabe
escuchar. Entre tanto, hace muy bien en pensar que la vida es maravillosa. Yo
también lo creo.
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